06 sept. 2025

“Mi casa se llama Paraguay”

Ícono de la moda nacional y uno de los más prestigiosos diseñadores de Latinoamérica. Javier Saiach abre las puertas del ropero para hablar de sus inicios, el impacto de sus trabajos y el mundo de la pasarela en el país.

JAVIER SAIACH 1

No para un rato. Desde las 7.00 de la mañana, tanto en el departamento sobriamente decorado –convertido en el momento de la entrevista en un vestidor donde unas modelos se prueban vestidos para el próximo desfile– como en el taller ubicado a 100 metros de ese sitio –en el cual unas 20 personas forman el equipo que da vida a sus creaciones–. Ese es el ritmo con el que el diseñador Javier Saiach se mueve en la pasarela del día a día. Un trajín en el cual encontró una pausa para conversar un buen rato sobre su trayectoria y retazos de su vida.

Nacido hace 40 años en Corrientes, Javier llegó a Asunción hace 23 para seguir la carrera de Arquitectura, que abandonó cinco años después. “Fue una base muy grande y una experiencia linda. Siempre grafico lo que me pasó para no terminar esa carrera. Viste esas veces en que te ponés de novio y luego ya no le bancás a tu pareja un solo día más. Lo mismo me pasó con Arquitectura. En cambio, con el diseño no me pasa eso, soy como trabajólico. Si fuera por mí, lo mantendría abierto domingo. Trabajo un día como ese si es necesario, y si no hago, me aburro”, comenta el primer diseñador de la nueva camada de la moda nacional.

El efecto Araceli

En diciembre pasado, el nombre de Javier Saiach fue noticia en diferentes medios internacionales, principalmente de la Argentina, por el vestido que había diseñado para el casamiento por civil de su amiga, la presentadora y actriz Araceli González. La vestimenta había llamado la atención de los periodistas del espectáculo y la moda. Pero no fue la única famosa vestida por Saiach. Antes ya había realizado otros diseños para renombradas mujeres paraguayas y extranjeras.

¿Cómo manejaste todo el impacto que generó lo de Araceli?

- En verdad, como siempre digo, son sensaciones encontradas. Hay que separar lo que es la estrella que ve todo el mundo y, para mí, la amiga. Trabajamos con Araceli desde hace muchos años y nos queremos, y esta vez, hace dos años que estamos trabajando con Teresa del Valle, que también es su productora (presente el día de la entrevista con Vida), y que para mí es una de las profesionales más importantes que hay en Argentina. Ella trabaja con personalidades como Susana, Araceli y un montón de estrellas.

Con ella hablamos de hacer todo el tema de lo civil. Bosquejar y ellas empezaron a mandar las cosas que les gustaban. Comenzamos a ver qué haríamos, y a Araceli le gustaron las primeras fotos que le envié. Se probó el vestido tres noches antes del civil. Fue una exposición mediática muy grande. Había pasado una hora de que lo subí al Instagram, y ya 200 personas lo habían visto, lo cual es muchísimo para una persona que vive acá.

Ella puso un tuit que decía que los vestidos de Javier Saiach son los más lindos. Conste que el Twitter es una vía de comunicación que a mí aún me cuesta un poco, porque no quiero estar todo el día como un bobo en el teléfono, pues no tengo tiempo. Me repercutió que para la gente fue superimportante. Pero era como yo había dicho, también había hecho otras cosas. En junio le había vestido a Susana (Giménez) para la tapa de cinco años de su revista, e hice miles de vestidos.

Había leído que Araceli compró el vestido en Nueva York, ¿fue así?

- El vestido de novia de la fiesta lo compró en Nueva York. El de civil se lo hice yo. Igual, creo que eso fue así como una cosa, porque yo venía de Paraguay. Como diciendo: “Vamos a darle más prestigio diciendo que lo trajo de Nueva York”, antes que decir que lo trajo de Paraguay.

Patria adoptada

Uno de los primeros trabajos que tuvo fue en una conocida pizzería de marca internacional, donde estuvo durante tres semanas. En el local se encargaba de indicar a la gente el lugar que debía ocupar, hasta que lo dejó. En el 97, con 21 años, se encargó de decorar para Navidad la vidriera de una marca en un conocido shopping capitalino. El trabajo fue premiado y el reconocimiento obtenido contribuyó a que el nombre de Saiach sea una referencia para otras tareas similares.

294938_embed

Saiach confiesa que le hubiese gustado trabajar el hábito de la madre Sor Teresa de Calcuta, a quien admira profundamente.

A la par de organizar las vidrieras, también realizaba uniformes para eventos de una cadena distribuidora de perfumes. Entonces, el dueño le preguntó si nunca se había propuesto hacer ropa. “La verdad, era como un sueño que tenía pendiente”, rememora Saiach. Un tiempo después, presentaba su primera colección, con una muy buena respuesta, con piezas que había traído de Argentina y a las cuales les puso su toque personal. Ese fue el big bang de una trayectoria que ya lleva más de una década.

“Mi casa se llama Paraguay. Es el país que realmente amo y me siento bendecido de haberlo elegido como mi nueva patria. Y siempre que salgo afuera es supercomico porque dicen que soy un paraguayo que habla con menos acento. Y les explico que soy argentino, pero cuando mando la información hacia el exterior, lo hago como paraguayo. Me siento orgulloso del país donde empecé, donde eché mis raíces para trabajar. Cuando vine y era chiquito, no sabía en qué podía trabajar. No tenía idea y me jugué al quedarme”, menciona Saiach, quien también destaca la labor artesanal de las modistas nacionales.

- ¿Qué te dicen por seguir viviendo y trabajando en Paraguay?

- Me pasa que de repente la gente me pregunta por un diseño, diciendo: “Javier, ¿esto está hecho a mano?”. Les respondo que sí y me interrogan: "¿Y qué hacés viviendo en Paraguay?”. Mis clientas mismas me plantean por qué no me voy. Y siempre les contesto la misma cosa: Yo tengo una cuenta con Paraguay que debo saldar en mi cabeza y en mi corazón. Creo que el día en que eso esté saldado, estaré preparado para dar otro salto. Hoy tengo mis raíces puestas acá y me divierto. Tengo propuestas para ir a vivir al exterior, y es como que me cuesta. Me han llamado para vivir en México DF, Cancún, en Brasil, en Buenos Aires, en Chile. Y todo con contratos de trabajo. Hace poco me ofrecieron ir a Barcelona para desarrollar una línea de productos. También me divierte trabajar no solo para mi empresa, sino para otra gente.

- ¿Qué elementos de la cultura paraguaya están en tus diseños?

- Hago un Richelieu que es muy parecido al encaje ju. Me encanta el encaje ju, me parece que es soberbio. Muchas veces me inspiro escuchando guaranias, que también me encantan. Me parece una música en la cual el hombre es tan romántico con la mujer. Es como que volvés a soñar con ese tipo de mujer amada, linda, juky, morena. Te hace soñar con un ideal y vos volvés a pegar en miles de cosas. Es un cuento de hadas autóctono.

Un gran proyecto que tengo en algún momento es hacer algo con todo lo nacional en un desfile internacional, que será con ñandutíes, con esa cosa de la trenza tejida de los indios. Y estoy de a poquito incursionando. Tal vez para el verano que viene. A fin de año ya vamos a tener algo, una minicolección hecha. Estamos buscando las artesanas y viendo las pruebas. No te olvides que estas son colecciones hechas a mano, que llevan mucho más tiempo; hay que prepararlas con un año de anticipación para que salgan lindas y no tan comerciales, digamos.

Backstage nacional

Al ser pionero de la nueva generación de diseñadores, varias personas, incluso sus familiares, le dijeron que se moriría de hambre, ya que la profesión no existía en el país. Lo que habitualmente ocurría era que la clienta interesada en un vestido llevaba hasta la modista la revista en la que había salido el modelo que le interesaba, y se lo mandaba confeccionar. Compara al mundo del diseño paraguayo con un bebé que empieza a caminar, se cae y luego vuelve a dar unos pasos.

294937_embed

Los viajes, un paseo en ómnibus o jazmines sirven de inspiración para Saiach.

- ¿Tenemos modelos?

- Comienza a haber una camada. Mucha gente me critica porque mis ropas son de un buen costo. Siempre tengo esa cosa que es la calidad del género, lo artesanal del producto y el diseño que también existe. Pero también para poder sostener eso tenés que tener un buen precio. ¿Para qué? Para poder traer tu productora, tener tu modelo buena, pagarle a la modelo. Si vos le creás un trabajo, esa chica se puede ir al gimnasio, cuidarse el pelo, etcétera.

- ¿Qué pasa con la moda acá?

- Es como que hay un doble discurso. Todo el mundo quiere ser fashion pero nadie quiere sacrificar algo por esa meta. Por ejemplo, pagar, prepararse, escuchar información, cambiar de estilo, etcétera. Me parece que acá hay pocos diseñadores. Creo que sí hubo nenes y nenas caprichosas ricas que salieron a jugar un poco porque estaban aburridos en la casa, y papi y mami les podían pagar el lujo. Y fueron marcas que se desvanecieron.

Hoy en día no existen o están empezando, y hacen todo un show. Entonces, uno dice: “Tanto circo, convocaste tantos modelos, hiciste tal cosa y tal otra, y hacer tanto show para nada. Como para decir que estoy jugando a diseñador”.

Sí me pasó que esas personas nunca me faltaron el respeto ni se creyeron más ni nada de eso. Al contrario, siempre tienen ese cartel de admiración. Pero desde mi punto de vista, hay otras cosas para jugar y divertirse que no son la moda. Si estás tan aburrida, ponete un local de ropa, no lo hagas queriendo ser diseñadora. Hay gente inclusive que estudió en Europa, y luego uno dice: “A ver qué pasó estos cinco años allá. Vivieron en otra ciudad, ¿y hacés esto? Por lo menos copiá y copiá bien, es más válido que hacer cualquier cosa”.

- ¿Te parece que hay talento?

- (Silencio) Hay gente que me divierte más.

- ¿Sentís que tu trabajo es valorado?

- (Silencio. Suspiro) Muchas veces me siento desperdiciado. Siento como que en otro lugar estaría más cuidado. Pero yo me juego por Paraguay. Yo creo que otro en mi lugar se hubiese ido a la mierda hace mucho.

- ¿Pensás que en otro lugar, como Argentina o Uruguay, hubieses tenido el mismo éxito que acá?

- Mucho más. Hubiese sido rico, superfamoso. Es como que acá no terminás de hacer, no hay figuras.

El cóctel Saiach

La elegancia, la combinación exacta del vestuario, los colores y romper los esquemas son cualidades genéticas del creador. Resalta que siempre vio a su madre como una mujer diferente a las demás. Según comenta, el día que le tocó hacer la primera comunión, ella llegó a la ceremonia con un vestido color turquesa, lo cual causó un impacto en la gente presente en la iglesia y marcó una diferencia con las demás, que estaban vestidas de rosa. Tanto a ella como a su hermana las describe como bellas y elegantes, además de ser las más importantes en su vida.

“Mi mamá es una mujer que hizo posible este producto llamado Javier Saiach”, confiesa este ícono de la moda. Y los ingredientes de ese producto-cóctel son picardía, sensualidad, riesgo, un toque de insolencia y autenticidad por sobre todas las cosas. A ello se suma un amante de los viajes y el mar, el color turquesa, las películas románticas y los perfumes. También confiesa su gusto por el sushi, los mariscos, el pollo, el asado jugoso, la chipa guasu, la sopa paraguaya y los dulces (“son mi debilidad”, enfatiza). Y además de hacer maravillas con las telas, asegura tener habilidad con las sartenes y la ollas. “El gordito siempre es buen cocinero”, sostiene.

- ¿Sale caro vestirse bien o cualquier persona puede hacerlo?

- La persona que tiene buen gusto es siempre limpia. Mi mamá me enseñó una cosa: la gente que es aseada es la que vive en un ranchito y su piso de barro está limpito, su sabanita también, come en un lugar digno y su baño está bien acicalado. Es una cuestión de actitud y de constante trabajo. Y demanda una energía para poder sostenerlo, nada se mantiene si no lo cuidás.

- ¿Qué te molesta al ver cómo se viste la gente?

- La ropa ajustada licrada, odio eso. Me molesta mucho esa cosa de pestañas postizas a cualquier hora, uñas esculpidas, mechas de distintos colores en la cabeza, ese look de 50 años toda lipoesculturada, el culo, la teta, la cintura, todo parado. Porque la ley de la gravedad también es linda, también es lindo encontrar una mujer que tiene su cuerpito lindo y armonioso. Uno no puede seguir sosteniendo lo que era a los 17 años. Es luchar contra el tiempo porque viene la nueva generación y te lo demuestra sin querer. Te vas vos, una mujer de 50 años, con una mini, y aparece tu hija con lo mismo. Creo que es un mal momento para la joven y para la adulta. Odio esa cosa tan grotesca de lo enfundado y lo exagerado en demasía. Y en los hombres, lo mismo. Ese que tiene buen cuerpo y debe usar ropa ajustada, todo chupado. Uno lo ve y dice: “Pobre chico, no puede respirar”.

- ¿Alguna recomendación para el hombre y la mujer paraguayos?

- Que sepan divertirse con lo que se pongan. Que nada les fuerce y que tengan siempre un Saiach en su ropero.

- ¿Próximos proyectos y desafíos?

- Hacer más desfiles y vender ropa en el exterior; quiero situarme en Europa. Y el día que sea famoso será el día en que tenga un vestido en la entrega de los Oscar, el resto es pavada. Ese es como un sueño mío que pienso realizar.

Texto: Carlos Elbo Morales
Fotos: Javier Valdez.