Los médicos de México decidieron interrumpir el embarazo a los casi nueve meses de gestación al detectar que la paciente tenían una elevada presión arterial y complicaciones en la placenta que cubre el feto.
Marco Antonio Martínez, director del hospital, explicó que la madre ingresó al centro con un embarazo aparentemente sin complicaciones. Ya internada, sufrió un intenso dolor púbico y sangrado escaso y se le diagnosticaron las complicaciones de placenta.
El objetivo fue salvar la vida de la madre y del bebé, y facilitar el nacimiento mediante una compleja cirugía. Posterior a la extirpación del útero se procedió a la extracción del bebé.
La placenta acreta es considerada una urgencia obstétrica debido a su alta mortalidad materno fetal, ya que es causa de hemorragia masiva durante la atención del parto así como lesiones a vejiga e intestinos.
La cartera sanitaria informó que nació una niña, con 2,5 kilos. Tanto la beba como la madre están bien y ya fueron dadas de alta.