También dijo que las varias décadas de casi nula inversión en la red eléctrica solamente podrán recuperarse invirtiendo 7.000 millones de dólares en los próximos diez años.
Ante estas afirmaciones, una parte de la ciudadanía se mostró molesta y aparecieron en las redes sociales todo tipo de burlas hacia el nuevo presidente de la ANDE… porque dijo la verdad.
Algunas personas, con cierto pragmatismo, dijeron que estaba bien lo que dijo Ferreira, pero que en la política no se podía ser tan sincero.
Esto me trajo a la memoria el último debate presidencial en la Argentina entre Mauricio Macri y Daniel Scioli, donde yo no podía salir de mi asombro al ver cómo Macri desaprovechaba tan importante espacio televisivo hablando de generalidades y no haciendo ninguna mención a los graves problemas ocasionados por la mala gestión del kirchnerismo, como el elevado déficit fiscal y la alta inflación.
Después supe que había sido un consejo de su asesor político Jaime Durán Barba, quien le dijo que mencionar dichos problemas le obligaría a explicar la solución, que era realizar un duro e impopular ajuste fiscal, subiendo impuestos o bajando gastos.
Gracias a estos consejos de Durán Barba de no hablar de problemas y de no hacer propuestas, Macri ganó las elecciones, pero hoy el problema del déficit fiscal le explotó en las manos y él aparece como el responsable de la situación.
Pareciera que en la inmadura democracia latinoamericana el pueblo le pide al candidato que le mienta para darle su voto, pero luego al ser electo, le saca en cara el haberle mentido.
En la inmadura democracia latinoamericana nunca hubiera sido electo un hombre como Winston Churchill, que ante la inminencia de la guerra con Alemania les dijo “no tengo nada más que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.
En la inmadura democracia latinoamericana los que ganan elecciones son los que prometen salud gratuita, educación gratuita, subsidios, aumento de salarios y no aumentos de impuestos. Son los que mienten prometiendo que sin costos y sin esfuerzos alcanzaríamos el desarrollo económico y la equidad social.
Samuel Huntington, un renombrado politólogo y profesor de la Universidad de Harvard, decía que la mayoría de los países latinoamericanos se hicieron democráticos en las décadas del 80 y 90 antes de tener las condiciones internas básicas para una buena democracia, que son educación y bienestar económico de la mayoría de la población.
En países donde una gran mayoría de la población tiene un bajo nivel de educación y necesidades básicas no satisfechas, es muy fácil caer en las garras de líderes populistas, como ha pasado en varios países de la región.
Recordemos que en la época de la monarquía, cuando fallecía el rey y el príncipe heredero era menor de edad, el futuro soberano era encomendado a un regente y a un tutor que se encargaban de cuidarlo y educarlo para que pueda ejercer su autoridad al cumplir la mayoría de edad.
En la democracia el soberano es el pueblo y por eso su educación es fundamental, para que pueda ejercer su autoridad correctamente y pueda elegir buenos gobernantes.
En democracia el primer educador debe ser el político, hablando con honestidad y claridad de los problemas de la sociedad y de sus propuestas de solución.
Por eso felicito al ingeniero Pedro Ferreira, que inició su gestión en la ANDE diciendo a la gente la verdad y no cayendo en la trampa que la propia sociedad les tiende a los gobernantes, diciéndoles “mentime que me gusta”, para después reclamarles por haberles mentido.