29 mar. 2024

Menos Biblia y más Colombia

Alfredo Boccia Paz – @mengoboccia

Mario Abdo Benítez

El presidente Mario Abdo Benítez condenó el “uso de niños como escudos” por parte del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Foto: Gentileza

Si es cierto que Mario Abdo solo lee la Biblia, alguien debería recomendarle que afloje con tanta devoción y que también lea algo de aquello que los presidentes deben leer. Por ejemplo, las noticias internacionales. Se enteraría así de lo que está sucediendo en Colombia y aprendería de la experiencia del presidente Iván Duque.

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Sabría así que las protestas se iniciaron por el rechazo a un proyecto de reforma tributaria que cayó muy mal en un país en el que la economía está hecha trizas y con un crecimiento asustador de la franja de pobres. Pero ese no era el único motivo del descontento popular. De hecho, el citado proyecto fue retirado, pero las protestas se ampliaron.

Los colombianos están indignados con el errático manejo de la pandemia por parte de su presidente, en particular con las promesas incumplidas sobre la llegada de las vacunas contra el Covid.

La frustración no dejó las calles porque la gente está hastiada de un presidente al que consideran administrativamente inepto y carente de estrategia comunicacional. El mismo, además de inoperante, se muestra como un líder débil e incapaz de conectarse con el pueblo. Es demasiado parecido a los políticos conservadores tradicionales de la política local. Y, lo peor, señalan los opositores, es que no tiene autonomía propia. Lo llaman el “subpresidente”, porque está sometido a los designios del político de su mismo partido que lo apoyó para que llegue al poder, pero que ahora evalúa si conviene o no seguir dándole oxígeno.

Todo el párrafo anterior es un resumen de la bronca acumulada en Colombia contra Duque. Cambie usted “los colombianos” por “los paraguayos” y descubrirá que el texto íntegro puede aplicarse a Mario Abdo.

Duque es el subpresidente de Alvaro Uribe, y Abdo el de Horacio Cartes. No digo que nuestro mandatario abandone su ejercicio espiritual de consultar las Sagradas Escrituras, solo sugiero que se informe sobre lo que está pasando en un país que cuenta con instituciones más sólidas que las nuestras, aunque en los últimos tiempos el prestigio de las mismas se haya vuelto algo macilento.

Abdo debe aprender de Duque. Mañana podría estar soportando lo mismo.

Hay una lección más que Abdo podría extraer de las protestas callejeras en las ciudades colombianas. Los ingredientes antes citados no son suficientes para explicar su persistencia y amplificación. Es probable que las calles hubieran recobrado su tranquilidad si no existieran en Colombia sectores que creen que la única forma de enfrentar el descontento es a través de la fuerza. Duque se sumó a esa visión autoritaria y ordenó una represión violenta y descontrolada que fue la responsable de unas treinta muertes y centenares de heridos.

Fue la decisión más necia que pudo haber tomado.

Tiró nafta para apagar el fuego e insufló ánimos a las multitudes enardecidas que hoy ya se olvidaron de la reforma tributaria que las habían convocado inicialmente y van por más. Van por Duque y un gobierno que no estuvo a la altura de las circunstancias.

A propósito, la respuesta de los voceros del gobierno colombiano le sonarán conocidas a Abdo.

Dijeron que los protestantes fueron infiltrados por vándalos y personas “ideologizadas”. Al igual que aquí, la narcodemocracia colombiana reivindica a un inexistente manifestante “políticamente correcto” que ni agrede ni dice malas palabras.

Abdo debe tomar nota de la inutilidad de la violencia estatal. Solo exacerba la furia ciudadana. Lo advierto antes de que ocurran las protestas –inevitables si no consigue vacunas a muy corto plazo– y ante el talante autoritario que demuestra el gobierno al plantear un proyecto de ley anticonstitucional y represivo.

En serio, presidente. Menos Biblia y más lectura sobre lo que ocurre en Colombia.

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