Fue el día después de la Noche de Brujas, pero lo de ayer en la Olla da para supersticiones.
Ni con agua bendita Cerro supera a sus propios demonios jugando en la Olla. Y como si faltara más, el gol de Tacuary justo fue en el arco bendecido. La irregularidad de este Cerro Porteño es única. Llegaba de ganarle al pintado Libertad, desplegando buen fútbol, precisión en el toque y contundencia. Ayer, nada de eso apareció. En el primer tiempo controló las acciones, pero no pudo definir el pleito ante un Tacuary que simplemente esperó, y Cerro lo envolvió, pero la Olla parece embrujada.
CENTRO PORTEÑO. Sí, leyó bien. Lo de centro, le viene bien al juego de Cerro de ayer. Estaba claro que con la inclusión de Campodónico desde el arranque, la propuesta era la de buscar un hombre peleador en el área, quizás para pivotear, pensando que Tacuary jugaría así como lo hizo ayer; esperar atrás, como siempre, bien agazapado, buscando las salidas rápidas de contra y poniendo a un solo gladiador arriba, como lo fue el Dani Ferreira.
Lógico, Tacuary no pesó y Cerro se lo llevó por delante. Pero equivocó el medio para romper el férreo muro. No... a los centrazos no, definitivamente no, pero ese fue el medio utilizado. La buena sociedad entre el incansable Piris e Irrazábal fue mal aprovechada y las pelotas llovidas sobre el área de Acosta se dieron hasta el final.
El partido por poco y termina en un centro de Cerro Porteño. El azulgrana no tenía el hombre cerebro... cómo se le extrañó al Tigre Ramírez. La cuestión para Tacuary se hizo simple en defensa y al promediar la etapa hasta se animó a soltarse más y meter un poco de miedo.
EL TIRO POR... Buena la idea Pedro, pero Paulín te pescó. Arriesgando, Troglio se la jugó en el arranque del complemento. Mandó a la cancha a Pablito y a ¿Figueredo? y lo sacó a Rojas. Armó una línea de tres en el fondo, era hasta lógico, con Tacuary apostando solo a Ferreira en punta.
Pero he allí la virtud de Paulín. Adelantó a dos por los laterales, lo sacó al ya cansado Ortega y lo puso a Mora como corredor por derecha. Vengan a la fiesta, invitó Dani; se sumaron Kitawaki, Ruiz y González, con un Cerro con una línea de tres desacomodada y la zona medular que marcaba a destiempo. Llegó el gran negocio de Tacuary.
Su momento de gloria fue en el minuto 22. Ruiz Peralta fue el gestor de la jugada del gol. Se metió entre los dubitativos centrales y Ortega completó la acción. El golpe estaba hecho y si con un gol igual valen tres puntos, para qué arriesgar fue la conclusión, y volvieron a meterse atrás.
LLUVIA DE MÁS CENTROS. La llovizna se convirtió en lluvia, así como los centros que llovieron sobre el área de Tacuary. Dos fueron efectivos, en el sentido de llegar a la cabeza del destinatario azulgrana y no en un defensor de Tacuary. Pero allí estuvo el portero Acosta, que se hizo figura. Cerro no cambió el libreto y por ende perdió. Cerro no pudo de nuevo ganar en la Olla, parece cosa de brujas, aunque ni los jugadores ni usted se lo crean.