12 may. 2024

Marito, un presidente incomprendido

Miguel H. López – En TW: @miguelhache

El Gobierno de Mario Abdo Benítez, hijo del ex secretario privado del dictador Stroessner (siempre es bueno poner en contexto las procedencias), pasará a la historia por ser uno de los más enclenques del Palacio de López; y eso que tuvimos gobiernos peleles como los de Wasmosy o Lucho González Macchi...

Viene a cuento esto atendiendo los últimos acontecimientos que nos colocan en medio de la bula generalizada –local e internacional– por la salida masiva de presos peligrosos de la cárcel de Pedro Juan Caballero, por el portón principal, fraguándose en paralelo un túnel de escape; y una de las peores epidemias de dengue de las que se tengan datos en los últimos cinco años.

Benítez, Marito a la sazón, lógicamente, no es un mandatario con luces propias. Solo basta escucharlo para entender su prístina formación en general y su escasa lógica política. Esto no significa que quienes lo antecedieron hayan sido diferentes. Ahí lo tenemos a Cartes, quien, cuando hablaba, cometía terribles confesiones y sus exabruptos alimentaban la burla en todos los ámbitos de la realidad nacional.

Abdo parece representar la síntesis del bró(coli) cheto, con papa caliente en la boca, que no sabe de nada, pero se metió a hacer política porque no había mejor diversión –y además no podía defraudar a papá– y por las carambolas de la irresponsabilidad de las dirigencias hoy es presidente de la República.

Uno podría imaginarse cómo debe ser un día en su vida, en donde lo más importante es bañar a un perro en público y postearlo en Twitter, o algo así. Hablar con Santiaguito de las bondades de ir al cuartel (siendo menor de edad e hijo del mandatario, sin riesgo alguno) o burlarse de una concejal del interior fingiendo tener miedo porque le reclama que cumpla con su función de presidente. Tal vez ser él sea hasta divertido. De sus menesteres se ocupan otros, sus ministros, asesores, secretarios... Él solo respira y firma documentos que a veces ni lee. Su mayor labor es actuar de presidente, aunque, por lo general, eso pareciera aburrirle. Por tanto, a veces se pone a practicar tiro en plena gestión o a enseñar, en tutorial, los pasos básicos para bucear, como parte de su hobby de hacer de promotor turístico interno: ”No hace falta ir a otro país para bucear”. Principalmente cuando la crisis de Paraguay, con dura recesión económica, está por ahogar a la población.

A veces cancherea y se hace el youtuber. Así mandó crear en la web Hola, Marito, a lo Aló presidente del desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez. Aunque con tal falta de espíritu deportivo, que al final se picha con las críticas y manda desactivar los comentarios de interacción, justo para lo que se creo oficialmente el mecanismo.

De hecho hay mucho, muchísimo que hace Abdo en sus ratos libres, pero más lo que hace en sus ratos de trabajo. Y no tolera que le contradigan. Él cree que es injusto que desde el principio hasta hoy sigan señalándole como Desastre ko Marito, por eso ordenó la brillante campaña para contrarrestar tal imagen que le desluce. Sostiene que hace bien las cosas, por lo que pergeñó un plan con imagen a lo cómics de superhéroe con la leyenda Oikoite Marito, solo que antes de despegar se filtró y fracasó. No vio la luz.

Hasta sus males de salud irrespetan. No podía dejar de estar a tono y también ahora parece tener dengue, como un alto porcentaje de la población. Aunque esta padece los hospitales públicos desabastecidos de medicamentos y de médicos, él reposa en su residencia con profesionales de cabecera... Y alimenta todo tipo de memes.

En fin. La Presidencia es un juego. Por eso firmó un pacto secreto que entregaba al Brasil soberanía sobre Itaipú y hasta lloró porque le quisieron enjuiciar políticamente por esa picardía... Cree que la gente sencillamente no le comprende.

Él dice que es buen presidente. Sus seguidores también y se lo hacen creer. Después de todo para ellos el país es una joda.

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