29 jun. 2025

Marcelo Sarubbi

Soy sólo un soldado,

¿un soldado?

que lucha por la paz y un no a la ironía.

¡Ah!, un soldado

capaz de tirar su cuerpo sobre la hierba

si mi alma me lo pidiere;

y morir NN como los que se entregan

sin que importe que existieron.

De la más oscura luna

una estrella se prende.

Busco el cielo en mi plato volador.

Mis marcianos suben

y escucho el sonido,

la razón de ser.

Mi mundo se enaltece,

mi furia late.

Pero prefiero el silencio:

mi sol nace y algún día

al cielo llegaré.

Mi alma busca lo oculto,

mi alma, cuya finalidad a veces ignoro.

Mi alma,

que quizá tenga algún amor

porque en ocasiones me deja solo.

Mi alma que atraviesa nubes y túneles,

que sucesivamente huye

o es una torpe holgazana.

Mi alma que todo lo pretende

y tiene la culpa de todo.

Quiero ser el útero,

para luego ser anciano.

Quiero ser la raíz

para lograr más tarde

la anchura.

Quiero ser la fábula

para tener razón.

Espero no ser como Dios,

para morir en paz.

Quiero sufrir

para reír después.

Quiero morir primero

para volver a nacer.

Al costado de un arroyo transparente,

frente al bosque,

me encuentro aquí entre caídas

y piedras de agua.

Estoy pensando,

pensando en ti

y en tu sonrisa fría.

El tiempo indiferente

me abraza como tú.

Este joven autor, nacido en 1977, se dio a conocer con un poemario al que tituló Conmoción, en donde se advierten palabras sinceras y una pensativa manera de observar el mundo. Hace un cálido inventario de sentimientos y deja entrever a un autor que puede tener, si no lo tiene ya, un futuro en las letras paraguayas. De su primer poemario extraemos estos versos para que el lector juzgue por sí mismo el pulso lírico de este escritor.

Umbral de palabras