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El grupo Luz de Vida de Alcohólicos Anónimos (A.A.) cumplió 38 años de funcionamiento, esta resultó una excusa perfecta para hablar un poco sobre el trabajo que viene realizando hace casi 50 años en Paraguay.
Luz de Vida tiene sus reuniones los lunes, jueves y sábados, de 19:00 a 21:00, en Ñande Róga (Independencia Nacional N° 302 esquina Benigno González de la ciudad de Luque). Esta locación fue cedida para los encuentros por el Santuario Virgen del Rosario de dicha ciudad.
Nació en 1987 con la misma misión de todos los grupos de Alcohólicos Anónimos: compartir experiencias, fortaleza y esperanza para resolver un problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo, la enfermedad que más gente mata, sea de cirrosis o a causa de accidentes de tránsito, suicidios o crímenes pasionales, demencia alcohólica y otros diagnósticos.
“Aún la sociedad tiene un poderoso estigma-tabú sobre el alcoholismo”, resaltó la hermana Regina Sian en entrevistas anteriores con ÚH. Ella es promotora de la formación de grupos de Alcohólicos Anónimos (A.A.) en el territorio nacional.
Testimonios
A lo largo de estos años son varios los testimonios que se pueden contar. Como el caso de Ismael, quien inició a la edad de 15 años con sidra, luego pasó a probar el Cinzano y otras bebidas. Una vez que salió del cuartel comenzó a salir y emborracharse muy a menudo. “Cada sábado y domingo gastaba todo mi dinero en bebidas, sin embargo, para mis necesidades más importantes me faltaba todo, pues vivía en alquiler y ni siquiera pagaba a las personas que me daban de comer”, comenta.
Así, Ismael se mudaba cada tanto a causa de las deudas, había veces que no iba a trabajar por causa de los efectos del alcohol. “Llegaban los lunes y no tenía ganas ni fuerzas para ir a trabajar”, confiesa.
Él pensaba en la excusa: “Para pasar bien un fin de semana tengo que tomar”. Pero en realidad amanecía con la borrachera y malestares. Luego conoció a su esposa y seguía con lo mismo, tomado maltrataba a su pareja. Además se hizo adicto a los juegos de azar.
Después, nació su primera hija, pero él aún seguía con el vicio. Unos meses pudo dejar de tomar, pues compró una casa y se enfocó en eso, pero una vez que pagó la deuda contraída, recayó. “Fui un monstruo, porque le hice pasar muy mal a mi familia”, devela.
El 5 de setiembre de 1984, su padrino de casamiento le habló y lo invitó para el grupo de Alcohólicos Anónimos. Desde ese entonces dejó la bebida, gracias a la terapia grupal, según manifiesta. “Después de 8 meses, deje de ir por 15 días y estuve al borde de recaer, pero regresé corriendo al grupo”, cuenta.
“Estuve a punto de perder todo, pero gracias a la sobriedad pude lograr recuperarme. Ya tengo 41 años sin beber, estoy por cumplir 68 años y gracias a que dejé también estoy alargando mi vida”, destaca.
Otro testimonio lo cuenta Teresio, quien proviene según sus mismas palabras de una familia movida a alcohol. “La enfermedad comenzó con mi papá, luego mis hermanos y siguió conmigo”, relata.
“Mi mamá tenía mucha esperanza en mí, decía que yo sería alguien importante, pero las cosas no fueron así”, dice.
Desde pequeño el veía cómo su padre maltrataba a su madre y también sus hermanos la hacían sufrir. “Entonces yo decía que cuando crezca iba a ponerlos en su lugar, fue así que a los 15 años me convertí en una persona violenta cada vez que tomaba”, confiesa.
Al principio él no podía identificar que el alcoholismo era una enfermedad. Cuando mis hermanas me decían que estaba abusando yo les decía: “Yo tomo cuando quiero, para eso trabajo y no les pido a ustedes para mi bebida. A veces me quedaba dormido por la calle. Hice sufrir mucho a mi mamá hasta que un día colmé el vaso. Mi familia me amenazó hasta con llevarme a la comisaría”, rememora.
En una oportunidad, una de sus hermanas le habló seriamente, lo invitó a asistir a A.A. y su reacción fue: “Yo no tengo nada que hacer ahí”. Pero para que lo dejen en paz, él fue y comenzó a escuchar los testimonios. Allí se dio cuenta de su problema e inició el proceso de recuperación. “Cada día agradezco a Dios por mi sobriedad, porque para mí es un lujo”, declara.
Alcohólicos Anónimos (reconocida por las siglas A.A.) es una comunidad internacional de ayuda mutua conformada por alcohólicos en recuperación. Fue fundada en 1935 por William Griffith Wilson, conocido como Bill W y Robert Holbrook Smith como el Dr. Bob, iniciando reuniones en Akron, Ohio (Estados Unidos).
En 2018 se hallaba presente en más de 180 países.
Para quienes quieran averiguar más sobre A.A. se pueden comunicar al (0984) 897-693.