@Encisoclarisa
La artista plástica paraguaya Lucy Yegros, una de las referentes de la plástica nacional y con una trayectoria que trasciende fronteras, sigue creando, transformando y soñando a sus 85 años. Entre pinceles, haikus y memorias, sentada en su estudio Espacio K en el corazón de Asunción, recibió al equipo de Última Hora para hablar sobre lo que está craneando para sus nuevas exposiciones y reafirmar con fuerza un legado que combina arte, vida y amor por el campo.
Entre la transformación y el arte. Fiel a su estilo, Lucy no se encasilla en un solo soporte: Ahora experimenta con fotografías antiguas, que “interviene” y convierte en nuevas piezas.
“Yo no digo intervención, a mí me gusta más decir transformación. Una foto vieja que ya nadie quiere la vuelvo a convertir en algo nuevo, en un collage, en una pintura. Todo se transforma”, cuenta.
Este proyecto será parte de la muestra que prepara junto al fotógrafo Luis Vera en la Casa Bicentenario de las Artes Visuales Ignacio Núñez Soler, donde exhibirá imágenes intervenidas con su sello inconfundible, ese que ya conocemos y admiramos profundamente.
Mientras pinta unos hermosos corazones de arcilla, recuerda que el próximo 26 de octubre, en la previa de su cumpleaños número 85, abrirá otra exposición en el espacio de fotografía dirigido por Vera. Allí mostrará piezas trabajadas sobre imágenes del fotógrafo Dani González, conocido por sus retratos en teatros y bares de Asunción.
“Él va a poner sus fotos originales y yo las que transformé. Es un diálogo entre miradas”, explica.
El centro cultural en Areguá y un legado vivo. Además de sus proyectos en Asunción, la artista celebra la apertura de su Centro Cultural en Areguá, en el taller que la acompañó toda la vida y que hoy está bajo la gestión de su hijo. “Yo quiero descentralizar un poco, porque todo pasa en Asunción. El arte también debe llegar a la gente del campo, a quienes no pueden viajar hasta la capital. A mí me gusta mucho el campo, gracias al campo yo pude hacer todo lo que hago, porque el arte no me da de comer”, confiesa.
Con la serenidad de quien ha vivido intensamente, Yegros también prepara un libro de haikus (poesía japonesa breve) en guaraní y castellano, traducidos por la escritora Antonia Florentín, y se anima incluso a soñar con un nuevo perfume con aromas paraguayos: Jazmín, reseda y clavel.
“Lo que más me gusta hacer es el tekorei porque cuando vos estás sin hacer nada es cuando vienen las ideas. Últimamente, me despierto temprano y escribo, escribo haikus. Todo llega en ese silencio”, reflexiona con el singular carisma y picardía que la caracterizan.
Al final de la conversación, doña Lucy deja una enseñanza tan simple como poderosa: “No se cansen de amar. Hay que amar mucho. Porque todo nace del amor: Los hijos, el arte, la vida”, sentencia.