27 abr. 2024

Lucha contra los cánones de belleza

Desde sus inicios, Harmony Anne-Marie Ilunga se dio cuenta de una cosa: apenas había modelos como ella en las revistas de Hong Kong. Así que esta mujer negra de 22 años decidió luchar para romper los clichés de la moda china.

La ola Black Lives Matter puso sobre la mesa el debate sobre la representación de las modelos en EEUU o en Europa. Pero en Asia, la moda sigue dominada por el ideal de la mujer delgada y de piel clara, muy alejada de la realidad de la región. “Cuando iba a las agencias me decían que preferían modelos blancas a las negras”, cuenta Ilunga, que llegó como refugiada a Hong Kong desde la República Democrática del Congo. “Tenía 17 años y fue muy duro”, agrega.

En esta ciudad de 7,5 millones de habitantes, y cerca de 600.000 personas que no son de origen chino, impera el canon de las modelos “grandes, de piel clara y delgadas”, explica Ilunga. La tendencia también se da en la China Continental.

“Así que empecé a utilizar productos para blanquearme la piel, solo por seguir la norma”, afirma.

LUCHA. Rechazada allá a donde iba, Ilunga decidió fundar en el 2018 su propia agencia para dar visibilidad a modelos sin que importara su procedencia.

“La representación tiene un peso enorme”, señala. Ilunga ve la moda como un arma para cambiar la mentalidad y que las mujeres no sientan la necesidad de adaptarse a una norma.

Su agencia representa a 32 modelos, hombres y mujeres de países tan distintos como Ruanda, Burundi, Pakistán, India, Sri Lanka, Nepal o Filipinas. Sin embargo, cambiar los cánones no es tan sencillo, reconoce Ilunga, mientras detalla el tipo de cliente que busca huir de los estereotipos de la moda china.

“Suelen ser marcas locales que buscan expandirse a nivel internacional”, explica.

Los modelos masculinos negros, prosigue, tienen más aceptación porque se les ve como “estilosos y elegantes”, pero para las mujeres es más difícil.

Ilunga recuerda una reunión con un cliente en la cual presentó a una modelo mestiza con rasgos africanos y asiáticos. “Tenía facciones asiáticas, pero el pelo rizado y eso, para el cliente, no era aceptable”, cuenta Ilunga.

Pero los cánones tradicionales asiáticos no se quedan solo en el color de piel. Ahora que en Estados Unidos o en Europa la moda empieza a mostrar cuerpos normales, en Asia siguen obsesionados con la delgadez.

Según Laurence Lim Dally, de la consultora Cherry Blossoms Intercultural Branding, que asesora a empresas internacionales en sus campañas chinas, el consumidor local sigue esperando que las marcas se ajusten a sus cánones de belleza.

“Estar gordo se percibe como que esa persona no se cuida, lo contrario de lo que dice el precepto de Confucio sobre el desarrollo personal”, afirma.

Bajo esta presión vivía Mia Kang, una modelo euroasiática que creció en Hong Kong y en la que se fijaron las agencias cuando era adolescente, creyendo que conservaría su físico de joven. Se volvió anoréxica y bulímica, tomó medicamentos, “todo lo que estaba en mi mano para mantenerme delgada”.

Según Kang, la presión que viven los modelos es muy fuerte en todas partes, pero en Asia es peor.

En su libro Knockout, Kang narra cómo, al volver de Europa con veinte años, le dijeron que tenía que adelgazar. “El ideal de mujer en Asia es mucho más estricto que en Occidente”, explica, y según cuenta, el éxito no le llegó hasta que dejó Hong Kong. “El mercado asiático comienza tímidamente a abrirse y a trabajar para que haya más diversidad”, sentencia.


Harmony Anne-Marie Ilunga y Mia Kang son dos modelos que pelean por encajar en un mundo en donde los estereotipos son el común denominador.

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