19 abr. 2024

Los zurdos del Banco Mundial

El Banco Mundial acaba de presentar al país un informe sobre lo que hicimos bien, lo que hicimos mal y lo que no hicimos en los últimos 15 años.

No se trata de cosas que no sepamos, pero cuando técnicos de afuera lo ratifican parece que cobra mayor veracidad, por eso vale la pena repetirlo: Crecimos en términos económicos de manera sostenida y pese a las crisis sucesivas de nuestros vecinos, redujimos a la mitad los niveles de pobreza y duplicamos la clase media.

Suena fantástico, pero esa es solo una parte del informe, la que a cualquier gobierno le encanta propalar.

Cuando se entra en los detalles del “éxito”, encontramos en el documento que los beneficios no se repartieron de manera equitativa, ni mucho menos.

Por ejemplo, el crecimiento económico supuso un incremento notable en los ingresos del Estado, pero esa bonanza tributaria no se revirtió en el contribuyente, fue absorbida casi en su totalidad por aumentos salariales del personal público. Solo entre los años 2012 y 2014, esos incrementos representaron un sobregasto de 800 millones de dólares por año.

Otro dato clave: cuando nos detenemos a revisar el nivel de renta en el país, vemos que en ese lapso quienes registraron las principales mejoras son los que ya tenían las rentas más importantes. O sea, los ricos se hicieron más ricos.

En contrapartida, lo que pagan de impuesto en términos proporcionales se redujo. El grueso de la recaudación sigue siendo producto de la aplicación de los impuestos al consumo, vale decir, los que afectan proporcionalmente con más peso a los que ganan menos.

Por otra parte, los privilegios pagados a burócratas y políticos con cargos públicos se dispararon, alcanzando niveles históricos.

La contracara de esto es un Estado con servicios de salud pública, educación, justicia, seguridad e infraestructura absolutamente insuficientes y de pésima calidad.

Lo que el Banco Mundial describe con palabras técnicas y elegantes es un Estado construido para burócratas, políticos y ricos; un aparato funcional al poder económico y político que, en contrapartida, maltrata sistemáticamente al resto de la gente, al capital humano.

Podemos agregar números, pero lo esencial del informe es la ratificación de lo obvio; que la economía no podrá seguir creciendo si el aparato público no concentra recursos y políticas en la que es su única función en realidad, mejorar la calidad de vida de la mayoría.

El organismo reitera lo que ya se dijo antes, que las prioridades son en paralelo incrementar la recaudación cobrándoles más impuestos a los que tienen más ganancias y cambiando radicalmente la forma como se gasta el dinero público.

Ambos desafíos los debe enfrentar la Administración de Abdo Benítez en simultáneo (no uno después del otro); reestructurar el aparato público y ordenar los salarios, según necesidad y resultados, y revertir el sistema tributario que hoy castiga con más fuerza a quienes tienen menos.

Simple y contundente. Y no lo dicen “los zurdos”, lo dice el Banco Mundial.

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