Richart González | Guairá
Doña Celestina Cuevas vivía con dolores articulares. Para los médicos, si no se operaba ya no podría seguir caminando. Siempre devota, desde hace 50 años puso su fe en la Virgen de Caacupé. Actualmente tiene 76 años y vive con sus hijos en el barrio Ybaroty de Villarrica, Departamento de Guairá. Los médicos le diagnosticaron artrosis y su situación se iba agravando con el paso del tiempo.
Sin embargo, sus creencias y convicciones le hicieron entender que, más allá de los límites humanos, existía un Dios a quien ella podía recurrir. Es así como le pidió a la Virgen que interceda para su sanación.
“Hace cuatro años atrás los doctores me dijeron que tenía que operarme. Ya casi no caminaba, ni podía agacharme. Tuve que viajar a la Argentina para someterme a cirugía, pero tenía mucho miedo. Es ahí donde me encomendé a la Virgen de Caacupé para que interceda por mí", contó.
María escuchó sus ruegos y ni siquiera tuvo que operarse, testimonió. “Me curé realizando algunos tratamientos”, comentó Cuevas con una grata sonrisa que le iluminaba el rostro.
Luego de varios meses, los médicos descubrieron que doña Celestina padecía cálculos biliares, es decir, piedras en la vesícula. Pese a este pronóstico médico, ella confió una vez más en la Virgen de Caacupé y despareció la enfermedad.
La mujer no dejó pasar este 8 de diciembre, día de festividad de la Virgen de Caacupé y, además de decorar el altar donde cada día se encomienda a ella, ideó una manera más de agradecerle por su intercesión.
Con ayuda de amigos y familiares preparó un karu guasu con asado bovino y pollo para compartir con los vecinos, luego del cual habrá una celebración religiosa en su vivienda.