09 ago. 2025

Los malos van al frente

Por Moneco López

“Vinieron los sarracenos y nos molieron

a palos/ que Dios ayuda a los malos/

cuando son más que los buenos.

(Versos anónimos de la época del Cid Campeador)

Es difícil refutar que los malos vuelan por sobre los buenos desde épocas remotas, hasta el presente. Las evidencias de la supremacía de los malos sobre los buenos (o neutros, si prefiere) son demoledoras. La historia de la humanidad constaría de páginas en blanco si no mediaran las continuas guerras y otras modalidades de violencia.

El deporte rey, como llaman al fútbol, es un impulsor involuntario de comportamientos vandálicos. Ganen o pierdan sus equipos, los barrabravas salen de los estadios poseídos de una ira criminal, sin razón alguna y, probablemente, sin conciencia de ella. Si encuentran a fanáticos del club rival contra el que acababan de ganar o perder (que eso no importa), hay bochinche con saldos hasta fatales. Pero si no hay rivales a la vista, se las apañan para organizar un moquete rabioso en el que no están prohibidas las armas. Y lo cruelmente irónico es que la mayoría de las víctimas mortales suelen ser inocentes que ni siquiera militaban en las barras.

Los malos medran en todos los sectores. Están en casi todas las actividades, y no sé por qué metí el “casi”. Si hay curas y monjas malísimos, ¿qué comportamiento podemos exigir a los militares y policías? Los choferes de buses tienen en sus filas a gente buena. Pero se destacan los malditos que disfrutan de ejecutar frenadas bruscas que tumban a los gordos y gordas, y echarse una buena carrerita con colegas de la misma línea o de otras líneas que cubren el mismo recorrido.

Las motos son una plaga inesperada, aparecida en su rol de semiindustria local que da trabajo a miles de obreros paraguayos. Concitan, además, la gratitud de mucha gente por ser el único medio de salir de su lugar de residencia y regresar a él (muchas veces no hay regreso) porque no hay líneas de ómnibus que cubran determinados lugares poblados. Los endiablados biciclos dieron vida a una nueva modalidad delictiva: el motochorrismo. Los motoasesinos ya existen desde hace más de quince años.

Los abogados que pierden deliberadamente los casos en que sus clientes no van a reportarle los beneficios que sí les dará la contraparte, los jueces que dan prisión domiciliaria a criminales salvajes, son solo dos ejemplos de la estructura de soporte que tienen los malos ejecutivos. Tengo como veinte muestras más, sin contar a los asesinos y secuestradores disfrazados de justicieros, pero con lo expuesto, creo que ya despejé cualquier duda acerca de quienes llevan la batuta en este concierto social.