Son 46 personas adultas, adolescentes y niños, que viven hacinadas en pequeños cuartos de madera que se caen a pedazos. La villa está ubicada en el barrio Emiliano Rivarola Fernández, en pleno centro de Ciudad del Este.
El principal problema que enfrentan es con los jóvenes que están perdiendo el respeto a sus padres y a los líderes de la comunidad. No quieren estudiar, ni trabajar, según el relato de Kiliwei Carlos Echeverry, líder, y Juan Ángel Medina, vicelíder.
Incluso, ya se registró una pelea con un vecino, que por suerte no pasó a mayores, según señalaron. Las familias Maka se dedican a la producción y venta de artesanías. Los padres son los que salen a cubrir los diferentes puestos de venta en el microcentro de Ciudad de Este, Foz de Yguazu, Brasil, y Puerto Iguazu, Argentina.
La villa inicialmente era un local de paso de los que viajaban desde Mariano Roque Alonso para ofrecer sus mercancías a los turistas, pero luego se convirtió en un asentamiento, que actualmente está rodeada de construcciones privadas.
En la comunidad funciona una escuela hasta el quinto grado. Allí enseñan dos docentes Maka, pero los padres no incentivan a sus hijos a estudiar, conforme a la versión de los líderes. Solo algunos accedieron al nivel medio, los que estudiaron en colegios de la capital, mientras que otros ni siquiera saben leer.
“Es un poco difícil. Nosotros estamos todo el día en la escuela, pero los niños faltan mucho a clases. Los padres no les obligan, por eso cuesta un poco aprender”, relató Veneino Hermes Garcete, docente de la comunidad.
“Lo que necesitamos es la alfabetización para adultos. Yo quiero estudiar si es que alguien nos ayuda”, afirmó el líder de la comunidad.
Casas con goteras y en ruinas
Las viviendas de los maka se caen a pedazos y los techos están llenas de goteras. “Algunas casitas tienen más de 40 años y la madera ya está descompuesta. Yo hablé con el encargado de Hernandarias y me dijo que se está gestionando para nuestras casas”, relató el líder Kiliwei Echeverry. “La presidenta del Indi nunca pisó esta comunidad. Para registrar a los hijos debemos viajar a Asunción al Indi y muchos no tienen la posibilidad de viajar para eso. Hay muchos niños chicos que no están inscriptos por ese problema”.
El accidente de una anciana registrada en junio pasado tocó el corazón de un voluntario, que actualmente está construyendo un bloque de vivienda para seis familias. El voluntario, Eduardo Coronel, señaló que toda la comunidad necesita de casas porque es indignante la manera como están viviendo.
Algunas familias recibieron donaciones de cesta básica de la Gobernación, pero que solo alcanzó a 36 familias de los 42 que fueron censados por los líderes.