La ausencia de tradición política de los atletas brasileños y miedo a represalias deportivas o económicas son las razones, según analistas consultados por la AFP, por las cuales los jugadores son tradicionalmente apáticos para participar en política.
Frente al balotaje del 30 de octubre que enfrentará a Bolsonaro con el ex mandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, el actual presidente concentra la mayoría de apoyos públicos de futbolistas, empezando por el otorgado por Neymar días antes de la primera vuelta, ganada por Lula.
Al respaldo del ‘10’ del Paris Saint Germain se suman atletas en actividad, como Felipe Melo (Fluminense) o Lucas Moura (Tottenham, ING), así como viejas figuras del scratch, como Rivaldo, Romario, Marcos o Robinho, condenado en Italia a nueve años de prisión por violación.
“En los últimos años ha habido un crecimiento muy grande de la derecha y principalmente de la extrema derecha. El fútbol termina siendo una expresión de ese movimiento”, explica el historiador João Malaia, profesor de la Universidad Federal de Santa María, en Rio Grande do Sul.
EL ÉXITO INDIVIDUAL. Para el experto, el mensaje liberal bolsonarista cala más en los deportistas, muchos de los cuales se convierten rápidamente en millonarios, a pesar de sus orígenes humildes.
El discurso del presidente “está muy basado en el éxito individual, en la capacidad que cada uno tiene para superar todas las dificultades. La trayectoria de un futbolista es un ejemplo de eso”, agrega.
Por Lula, favorito en los sondeos, apenas se decantó públicamente el campeón olímpico Paulinho, atacante del Bayer Leverkusen (ALE).
Los otros apoyos los recibió de ex futbolistas, como Raí, Walter Casagrande y Juninho Pernambucano, y del ex seleccionador brasileño Vanderlei Luxemburgo.
“Me encantaría que más deportistas no conservadores se manifestaran, porque su voz es muy importante”, escribió Casagrande, ícono de la democracia corintiana, en su columna en el diario Folha de São Paulo en setiembre.
La democracia corintiana fue un movimiento prodemocracia surgido en el seno del Corinthians de São Paulo, en la década de 1980, en plena dictadura militar (1964-1985).
Raí, campeón del mundo con Brasil en 1994 y hermano del fallecido Sócrates, otra leyenda de ese movimiento, se viralizó el lunes al ratificar su apoyo al ex mandatario en plena gala del Balón de Oro en París.
ESCÁNDALOS DE CORRUPCIÓN. Para João Malaia, la falta de respaldos hacia Lula puede explicarse en los escándalos de corrupción ocurridos durante su gobierno (2003-2010).
Salvo la democracia corintiana y manifestaciones esporádicas, el fútbol y la política en Brasil han transitado caminos distintos.
“En Brasil impera una máxima: el fútbol y la política no se mezclan. Quien intenta luchar contra eso termina sufriendo muchas represalias, principalmente en el medio deportivo”, explica Malaia.
Por ejemplo, el ex delantero Reinaldo, leyenda del Atlético Mineiro, atribuye sus escasas apariciones en el Mundial de Argentina 1978 a la forma como celebró su gol en el debut de la Seleção contra Suecia (1-1): puño en alto, inspirado en las antirracistas y marxistas Panteras Negras.
“Fue un acto muy osado, pues había recibido la recomendación de no festejar de aquella forma, inclusive de las autoridades argentinas”, escribió en su biografía Punho Cerrado: a história do Rei.
Para Rafael Zanette, especialista en mercadeo deportivo, las posturas políticas también pueden afectar los ingresos de los jugadores, con clubes o patrocinadores alejándose de ellos, debido a sus declaraciones.
“Para las empresas, un tipo que se posiciona políticamente enciende las alarmas, porque puede provocar una crisis grande en cualquier momento”, afirma.