24 jun. 2025

Los cambios climatológicos en puerta exigen planificar y educar a la población

Los cambios climáticos afectarán de manera cada vez más grave a nuestro país. Sus primeros efectos empiezan a manifestarse. Por lo tanto, el Gobierno central y los gobiernos locales ?gobernaciones y municipalidades? deben comenzar a prepararse y educar a la ciudadanía para enfrentar lo que se avecina.

Imagen - Editorial

Los seres humanos ?en mayor o menor medida? han agredido por siglos a la naturaleza. Pese a las advertencias acerca de las consecuencias, continuó violentando el ambiente sin pensar que alguna vez la extralimitación acarrearía males a todo el planeta.
Si bien el Paraguay no está en la lista de los grandes agresores del ecosistema terrestre, también tiene su cuota de participación en sus modificaciones. La depredación de los montes ?reducidos hoy a menos del 10 por ciento de su superficie total?, la instalación de dos grandes hidroeléctricas en sus fronteras, la contaminación del aire con gases tóxicos y otros fenómenos están pasando la factura a la sociedad.
Las inundaciones o la sequía, vientos cada vez más frecuentes y de mayor velocidad, terremotos y otras manifestaciones de la naturaleza son los peligros que están en puerta. Sus primeras expresiones han causado ya serios daños en Concepción, la capital y otros lugares.
Los datos científicos coinciden en que la región entró a un periodo de turbulencia. Ello significa que el clima va a cambiar su comportamiento relativamente previsible y generará episodios atípicos y puntuales. Lo que parecía pertenecer solo a otras latitudes va a hacerse habitual en el área.
Además de no creer informaciones que lleven a tomar medidas preventivas, un rasgo de la cultura paraguaya es la ausencia del sentido de la precaución. Tratándose de pronósticos ?que, por lo tanto, pueden cumplirse o no?, se toman medidas únicamente cuando las evidencias ya están golpeando a la puerta. O se reacciona cuando ya es demasiado tarde.
Lo malo de esa manera de enfrentar la realidad es que las autoridades también actúan con el mismo parámetro de irresponsabilidad. Un caso que retrata ese modo de pensar y vivir es lo que ocurrió con el dengue en su primer ataque mortal. Cuando la ciudadanía y el Ministerio de Salud Pública se dispusieron a adoptar medidas de defensa, ya habían muerto varias personas.
Con el fenómeno climatológico que amenaza en la distancia no se puede repetir la historia. Al contrario, la Secretaría Nacional de Emergencia (SNE) debe formar ya una comisión nacional interinstitucional para diseñar una estrategia de defensa y respuesta a lo que viene.
Para un país pobre y de improvisaciones como el nuestro, donde ni la capital ni las ciudades del interior han adoptado normas técnicas para aguantar los embates de la naturaleza, es necesario insistir en la educación comunitaria. Sabiendo qué hacer cuando ruja la tempestad, se evitará que los daños sean tan catastróficos. La solidaridad, por otro lado, será una aliada inapreciable para recuperarse de los golpes.