Editorial
Logros macroeconómicos deben distribuirse mejor
La proyección de crecimiento para Paraguay en este 2023 es optimista tanto con respecto al 2022 como en comparación con el resto de los países de la región. No obstante, es necesario mantenernos cautelosos por dos razones. En primer lugar, un contexto internacional que no parece mejorar de manera sustancial, y el cual podría afectar a nuestro país caracterizado por una economía sumamente abierta, y, en segundo lugar, por algunas señales a nivel microeconómico que muestran un progresivo deterioro, cuya tendencia no cambiaría aun con tasas de crecimiento del producto interno bruto (PIB) altas. Las actuales y futuras autoridades económicas deben analizar la complejidad de la situación.
La economía paraguaya tiene una fuerte dependencia de factores exógenos. El primero se relaciona con el clima que, a pesar de observarse un buen panorama actual, el riesgo de sequía está presente para este año.
El segundo es el contexto internacional cuya situación continúa compleja, ya que a los factores que venían afectando se agrega la incertidumbre de la actual crisis financiera iniciada con el Silicon Valley Bank (SVB).
Si bien los riesgos están disminuyendo, el Fondo Monetario Internacional señala que la invasión rusa de Ucrania, la espiral de inflación mundial y la desaceleración de la economía china siguen marcando la evolución económica mundial y seguirán haciéndolo en un futuro próximo.
Los efectos de la quiebra del SVB y la desestabilización posterior de otras instituciones financieras privadas ya generaron fluctuaciones en los tipos de cambio en los países emergentes como México.
La calificadora de riesgo Standard and Poor’s advirtió que las instituciones financieras de la región de menor tamaño y concentradas, así como las fintech pueden sufrir los efectos adversos de la fuga de dinero hacia instrumentos considerados más seguros.
En un ambiente de volatilidad e incertidumbre se podrían agudizar las tensiones por el sobreendeudamiento.
Hay que recordar que Paraguay ya está sobrepasando los límites de la sostenibilidad y ya se empiezan a ver los resultados de las restricciones fiscales con la crisis sanitaria y los pasivos que mantiene el Fisco con proveedoras del Estado.
Una parte del crecimiento económico esperado en Paraguay en 2023 se sustenta en el aumento de los precios de algunas materias primas en los mercados internacionales; sin embargo, también se encarecen los costos de otros productos importados. La inflación apareció por primera vez en las últimas décadas como principal preocupación de la ciudadanía en una reciente encuesta.
Otra encuesta realizada por el Banco Mundial señala que alrededor del 50% de la población mayor de 15 años está muy preocupada por no poder pagar gastos de salud y el 20% gastos en educación. Un tercio de la población está endeudada y casi la mitad es debido a problemas de salud.
Estas condiciones estructurales que afectan a nivel microeconómico no se resolverán con un buen desempeño macroeconómico. Hay suficiente evidencia en Paraguay de que aun con tasas de crecimiento positivo del PIB, indicadores laborales como el subempleo, la informalidad y los ingresos no solo no mejoran, incluso se observan tendencias al empeoramiento.
Un crecimiento del PIB sin acceso a empleos y servicios de salud y educación de calidad no augura mejores condiciones de vida para la población. Si a eso se agregan la incertidumbre y los miedos de las familias paraguayas, nos encontramos ante un escenario en el que a los riesgos externos se agrega el malestar social.
Nada de esto ayuda a generar un ambiente que facilite una trayectoria hacia el desarrollo aun contando con aumentos del PIB interesantes. Las actuales y futuras autoridades económicas deben analizar la complejidad de la situación económica mundial, regional y nacional y plantear los cambios que necesita el país para lograr que el buen desempeño macroeconómico se distribuya e impacte mejor en los hogares y los emprendimientos económicos.
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