Por Brigitte Colmán
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En el ámbito periodístico, es común tener que reconocer que los lectores comienzan a leer el diario por la parte de atrás. Leen primero sobre fútbol y después, sobre los sucesos policiales.
No sé en qué momento llegan a las páginas de política y economía, pero creo que, antes de eso, les gusta ver quiénes salieron en las fotos de sociales.
De esto se puede concluir que las noticias sobre deportes y sobre accidentes de tránsito les siguen ganando a las peleas entre Nicanor y Castiglioni; los desacuerdos entre Lugo y los dirigentes de la oposición; las tilinguerías de Lino’o; las quejas de los sojeros y la epidemia del dengue.
A los paraguayos nos gusta el fútbol, pero no aprendimos hasta ahora las lecciones que nos ofrece cotidianamente este deporte.
Les explico. Olimpia, un grande del fútbol paraguayo, un club que lleva varios años en crisis, estrenó el domingo nuevo técnico. Los olimpistas esperan que Alicio Solalinde consiga sacar al equipo adelante.
Fíjense bien. Solalinde es el segundo técnico en esta temporada que recién se inicia. Porque en el fútbol, un técnico que no logra sacar al club del fondo del pozo tiene un futuro muy corto. Con eso no hay tu tía… Si el equipo no gana, el técnico se va, así de fácil es. Y ninguna hinchada, ni mafia negra alguna puede cambiar esto. Es más, derrota tras derrota, es la misma hinchada la que suele pedir, improperios y abucheadas de por medio, que se vaya el susodicho inútil.
Ahora pasemos a la política. El ciudadano ejerce su derecho a elegir cada cinco años. Después de votar, se cuentan los votos y gana el que tuvo más, obviamente. El elegido asume la presidencia de la República, con el encargo de gobernar el país, por todos nosotros. Él tiene un mandato, que es darnos bienestar, para decirlo bien fácil. Aquí es donde los paraguayos todavía no le hemos visto las semejanzas con el fútbol.
Federico Chaves, que era colorado, fue el presidente del Paraguay. Después de la guerra civil del 47, fue derrocado en un golpe de Estado por Alfredo Stroessner el 4 de mayo de 1954. Stroessner, también colorado, se quedó con el poder durante 34 años, exactamente hasta la madrugada del 3 de febrero de 1989.
Después de eso, y hasta la fecha, los paraguayos y las paraguayas siguieron votando por candidatos colorados: el general Andrés Rodríguez, el Ing. Juan Carlos Wasmosy, el Ing. Raúl Cubas y el Lic. Nicanor Duarte Frutos. Lucho González Macchi no está en la lista porque él fue presidente por una de esas cosas del destino, pero seguro que él también hubiera ganado unas elecciones, en fin…
Saquen la cuenta: de 1954 a 2007 tenemos 53 años de gobiernos colorados. Piensen ahora en la situación en que se encuentra el país. Hay pobreza, corrupción, inseguridad, la mitad de la población del país es pobre, hay una epidemia de dengue imparable e imposible de solucionar por la ineficiencia de las autoridades, los niños mueren de malnutrición y las mujeres paraguayas ya solo sueñan con que las dejen entrar a España. En conclusión, el país hace rato que viene necesitando un cambio de técnico.
A veces, viene bien el cambio. Si no me creen, vean cómo le fue a Solalinde en su primer partido.