Las virtudes exigen para su crecimiento repetición de actos, pues cada uno de ellos deja una disposición en el alma que facilita el siguiente. Por ejemplo, la persona que ya al levantarse vive el “minuto heroico”, venciendo la pereza desde el primer momento de la jornada.
Lo importante es que nos decidamos con firmeza y con amor a buscar las virtudes en nuestro quehacer ordinario. Cuanto más nos ejercitemos en estos actos buenos, más facilidad tendremos para realizar los identificándonos así cada vez más con Cristo.
El Papa a propósito de la lectura de hoy dijo: “Integración: Jesús revoluciona y sacude aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no deroga la ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud declarando, por ejemplo, la ineficacia contraproducente de la ley del talión; declarando que Dios no se complace en la observancia del sábado que desprecia al hombre y lo condena; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la salva de la intransigencia de los que estaban preparados para lapidarla sin piedad, pretendiendo aplicar la ley de Moisés.
Jesús revoluciona las conciencias en el Discurso de la montaña con nuevos horizontes para la humanidad y revelando plenamente la lógica de Dios. La lógica del amor que no se basa en el miedo sino en la libertad, en la caridad y en el deseo salvífico de Dios, Nuestro Salvador, “que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. “Misericordia quiero y no sacrificio”.
(De http://www.homiletica.org )