Por pa’i Oliva
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El 2007, en España comenzará con dos buenas noticias: el PIB creció 3,8 (más de lo esperado en el 2006) y medio millón de españoles han dejado de fumar.
En otro sentido de cosas vuelve la tensión entre las dos Españas, un tema complicado en el que se enfrentan clases sociales, ideologías, fe religiosa o carencia de ella, visiones de la historia dispares y, por supuesto, mucha pasión.
España dio un ejemplo de transición. Los pactos políticos ayudaron a mirar hacia delante. Y ciertamente con éxito, España se dedicó a construir un futuro que ya es un presente con mucho porvenir.
Sin embargo, noto en España una cierta tensión. No en el pueblo, pero sí entre algunos intelectuales y políticos. La guerra civil del 36 con sus crueldades e injusticias vuelve a primer plano con reivindicaciones justas, pero pienso que mal enfocadas. El querer anular los miles de sentencias injustas de los tribunales franquistas es una reparación debida. Pero, si se hace con ánimo de atacar o poner una cortina de humo, puede hacer levantar lo mismo en el otro bando. O sea, la condena de los tristemente famosos “paseillos” donde incontroladamente se asesinaron a otros miles.
Lo que más me llama la atención es que en muchas ocasiones esta actitud está patrocinada por personajes importantes del Gobierno y, cuando esto ocurre, es contestada por otros similares de la oposición.
Y nada de esto es lo que España precisamente necesita para seguir avanzando como lo ha hecho hasta el presente.