22 jul. 2025

La voz de los obispos tiene que hacer cambiar a políticos

En el novenario de la Virgen de Caacupé la Iglesia paraguaya ratificó su apuesta a favor de valores esenciales para la convivencia ciudadana, como justicia, seguridad, solidaridad y oportunidad para todos. Sus pastores han fustigado a los políticos corruptos, a los vinculados al narcotráfico y a los que anteponen sus intereses a los del país. Abogaron también por el fin de la impunidad y una mayor atención a los sectores sociales más vulnerables, como los campesinos e indígenas. Es de esperar que quienes gobiernan acusen recibo del claro mensaje eclesial y se pongan a actuar en consecuencia.

Cada año, las autoridades eclesiásticas aprovechan los días que preceden a la celebración del día de la Virgen para hacer escuchar su firme, comprometida y autorizada voz con respecto a algunas de las situaciones más críticas que afectan al país, sobre todo a los desamparados.

El hilo conductor de la homilía de cada uno de los obispos ha sido la serena crítica a los políticos que traicionan el principio fundamental de la labor que se ejerce desde el poder: servir a los ciudadanos.

“El carisma de un político es ser servidor del pueblo”, dijo monseñor Lucio Alfert, titular del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, para indicar luego que quienes dirigen la República no utilizan la oportunidad que se les brinda para promover la dignidad de los habitantes de nuestro país.

La Iglesia ha reiterado, por otro lado, su apoyo a los campesinos que sufren del abandono del Estado, razón por la cual muchos de ellos llegan al entorno de Asunción para engrosar su cinturón de pobreza y se encuentran desprovistos de toda protección.

Los indígenas arrojados de sus tierras, convertidos en mendigos urbanos, implorando al INDI una ayuda que casi nunca les llega, corrompidos por traficantes de madera, casi ya sin bosques y abandonados en su salud y educación, también expresaron sus dolores y sufrimientos a través de la Iglesia.

Una jornada muy emotiva y relevante se vivió el domingo pasado cuando 15.000 jóvenes de diversas diócesis llegaron al Santuario de Caacupé para expresar que, como Arlan Fick y Edelio Morínigo, se sienten secuestrados porque carecen de empleos dignos, salud al alcance de todos y una educación de calidad.

Al criticar a la clase política que cercena sus esperanzas y oportunidades, lanzaron sus dardos contra los políticos que forman parte de “una élite que vive con sueldos millonarios, como si el país fuese solo de ellos y sus familiares”.

Los obispos también pusieron el dedo en la llaga del país al indicar que, debido a la ausencia de calidad de la educación, los jóvenes no cuentan con las herramientas necesarias para desenvolverse con idoneidad en una sociedad cada vez más competitiva.

La Iglesia se autocriticó al hacer un mea culpa indicando que sus integrantes también cometen errores y que a ella también le falta una conversión profunda para estar plenamente al servicio de la feligresía.

Otra de las homilías sostuvo, en tanto, que “la soberanía de la familia debe ser querida, protegida y defendida por todos”.

La voz de la Iglesia paraguaya llega en un momento en que los políticos son severamente cuestionados porque no cumplen su rol de gestores del bien común. Habrá que esperar que las palabras de los obispos les haya hecho reflexionar y puedan cambiar de actitud para trabajar a favor del país y no en contra de él como lo han venido haciendo la mayoría de ellos.