En primer lugar, recordemos que no hay una relación unívoca entre el sexo y el género femenino. Las mujeres del mundo pueden tener los mismos atributos anatómicos, pero “ser mujer” se manifiesta de muy diferentes modos en distintas sociedades y culturas. La mujer que viste el burka lleva una vida y una relación con la sociedad muy distinta a la de la mujer en jeans con el cabello suelto. La diferencia no la hacen la vagina, las mamas, el útero, la menarca o la menopausia. La diferencia está en la construcción social, cultural y discursiva de lo que significa ser mujer.
Esta es la teoría del “constructivismo social” que, según explica la Enciclopedia Británica, argumenta que “la identidad de género o la manera en que la identidad de género es expresada deriva de una construcción social, es decir, está determinada por influencias sociales y culturales”. Esta realidad es palpable no solamente en el caso de comparar culturas y sociedades, sino también si comparamos época, periodos o etapas de la historia de una sociedad específica. La noción que se tiene actualmente de “ser mujer” en el Paraguay es muy distinta a lo que era en la época de nuestros abuelos. La mujer participa en la vida pública con mucha mayor prestancia y protagonismo. Vota, es elegida, existen leyes contra el feminicidio, estudia, puede dirigir emprendimientos privados, se destaca en el deporte, etc, etc. La construcción social de lo que es “ser mujer” está en un constante proceso de cambio.
Un proceso de cambio que, por cierto, puede llegar a ser tremendamente conflictivo a nivel micro y a nivel macro. Piénsese en Irán y el movimiento de mujeres que protestan contra la “Policía de la moralidad” que las perseguía si no se cubrían la cabeza en el espacio público. Piénsese en los múltiples casos de violencia doméstica contra mujeres que cuestionan una posición subordinada en las relaciones de pareja.
La teoría de género nos ayuda a entender por qué y cómo los distintos marcos normativos responden a convenciones respecto a cómo debe ser y comportarse una mujer, cuál es su rol en la sociedad. Estas diferencias son factuales, observables y comprobables. En nuestra opinión no viene al caso hablar de una “ideología de género”, sino de analizar la dimensión ideológica de las distintas narrativas de cuál es el rol de la mujer en la sociedad. Es ahí donde entre la disputa sobre la “igualdad de género”. En ese marco es que se dan los posicionamientos que quieren negar el género como constructo y se resisten a la formación de un nuevo orden normativo en que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, pueden llegar a las mismas posiciones de poder que ellos, ser reconocidas por igual al demostrar los mismos méritos que los hombres, y más.
No viene al caso hablar de una “ideología de género”, sino de analizar la dimensión ideológica de las distintas narrativas de cuál es el rol de la mujer en la sociedad.