12 oct. 2025

La ruta de la mentira

Sobre esto y aquello

"¿Conviene que las empresas extranjeras inviertan en el Paraguay?”. Esta pregunta se la formulé a un amigo entendido en la materia, en una reunión de fin de año; no era el mejor momento, pero el asunto me tenía intrigado.

“Depende”, contestó mi interlocutor. “Conviene si todas son tan amables como la que le compró a Cartes la mitad del 50% de una empresa, porque la Pulp compite con la Coca Cola, que no es poca cosa, ¡que la Virgen de Caacupé les ayude a cuadrar el balance!”.

"¿Y las demás? ¿Es cierto que las extranjeras hacen obras más baratas?”.

“Depende. Es como el Rolex de la calle...”.

“Si salen más baratas, Cartes tiene razón. ¡Que todas las obras se adjudiquen a las constructoras extranjeras!”

“No te apures. Te dije que puede ser como el Rolex: uno debe decidir si quiere un reloj o un Rolex barato”.

Hay rutas-Rolex, me explicó el informante. Sirven para que el ministro las inaugure, salga en las fotos y en los noticieros; después, si te he visto no me acuerdo. Eso pasó con la ruta 4, adjudicada a la empresa brasilera Andrade, que pagou e sumiu; agarró el anticipo y desapareció.

Pasó también con la empresa brasilera adjudicada para la obra de Madame Lynch (idéntica metodología).

Pasó igualmente con la ruta 5, adjudicada a la empresa argentina EACSA, que cobró un anticipo de cuatro millones de dólares y prestó otros nueve millones de dólares del Banco de los Trabajadores; no devolvió el préstamo, tampoco hizo la ruta.

Todas estas obras salieron muy baratas, porque se pagó solamente el anticipo. ¡Eso no quiere decir que marcharan, eran todas Rolex!, exclamó mi amigo, algo aperitado.

En ese momento, comenzó a sonar la canción El hombre del norte, y yo recordé a aquel caballero que vendía celulares usados en los Estados Unidos y se convirtió después en presidente de una empresa petrolera en el Paraguay, por obra y gracia del Congreso paraguayo y de la Embajada Americana (hay información en WikiLeaks).

En medio del ruido de la fiesta, mi socio seguía con el listado de obras truchas, un montón; recuerdo solamente la de un puente del camino a nueva Italia, la de otro puente del camino de Luque a San Bernardino.

Entonces, ¿dónde está la garantía de seriedad?, le pregunté.

Está en el modo en que se llama a licitación y en el modo en que se controla el trabajo; lo demás no importa.

Pero Horacio Cartes dice ahora que las empresas paraguayas deberán acostumbrarse a formar consorcios con las extranjeras.

¡Cómo si no estuviéramos acostumbrados! Allí está la ruta 12, la Ruta de la Mentira.

De acuerdo con lo acordado, una empresa paraguaya debía encargarse del 20% de los trabajos y una brasilera del 80%, porque debía ser “internacional”. La paraguaya comió el 90% del dinero, hizo el 10% del trabajo, la brasilera nunca apareció. ¡Ahora nos exigen poner un jagua extranjero como prestanombre pa-ra poder trabajar! Lo peor del caso, prosiguió mi amigo, es que en el extranjero no podemos hacer ni veredas, ¿dónde está la reciprocidad? ¿Dónde está la ley 2051 de Contrataciones Públi-cas? ¡Todo esto me huele a manipulaciones off shore!, dijo mi comensal alarma-do por el nuevo rumbo.