Sería funesto sentar el precedente de que un tribunal puede ser recusado al momento de dictar su veredicto, advierte el abogado Osvaldo Granada Sallaberry, menos aún puede darse la recusación sobre la base de que el veredicto resultó adverso, agrega.
Si existiesen algunas fallas en la sentencia, explica, está la vía recursiva para atacar el fallo y después cuestionar en una instancia superior, a través de una apelación, los errores e incongruencias y las cuestiones que quieran ser discutidas. “Pero nunca eliminando o cambiando a los jueces hasta que se encuentre alguien que cante la polca que nos guste”, destaca Granada.
El abogado explica que en el juicio del caso Ycuá Bolaños, el veredicto culminó cuando los jueces concluyeron sus deliberaciones y lo asentaron en acta. Por tanto, la sentencia estaba definida, pese a la interrupción en el momento en que tocaba al juez Manuel Aguirre explicar el sentido de su fallo, el martes último.
Si se da lugar a la recusación, habrá pocos jueces valientes, también advierte Granada. “Si se hace lugar a la recusación, quedaría solo cerrar el tribunal, dedicarnos a otra cosa y establecer tribunales populares en cada plaza pública para que juzguen de acuerdo con las apetencias de las autoridades”, destaca.
El jurista también critica la actuación del fiscal general del Estado, Rubén Candia Amarilla, quien, a criterio suyo, en un afán de acceder a un pedido de la superioridad y de cumplir a rajatabla las órdenes superiores, violenta el procedimiento “de una forma escandalosa”. Con lo que planteó, explica, “será muy sencillo para todos los abogados, cuando nos están leyendo una parte del fallo, levantarnos, chutar una silla hacia el tribunal, y después recusarlos buscando que se nominen otros jueces que sean más complacientes con nuestros requerimientos”, refiere.