A nivel mundial las estrategias de educación son más globales, ponen énfasis en la resolución de problemas cada vez más complejos y para ello ya ni siquiera la especialidad en un tema es suficiente, sino que la construcción de conocimiento debe incorporar varios enfoques. Las distintas ramas de las ciencias se ven obligadas a mejorarse cada día más y a mejorar la comunicación de resultados. Estar rezagado en educación tiene un impacto muy grande y negativo para alcanzar un desarrollo de calidad.
América Latina experimentó las pérdidas más grandes en educación del mundo en la pandemia. Entre marzo 2020 y febrero 2022 se perdieron 61 semanas de clases presenciales. Asia perdió entre 47 y 55 semanas. África perdió 32 semanas de clases presenciales. Y los países en el noratlántico perdieron 31 semanas de clases. Así que los estudiantes en el noratlántico están, por promedio, atrasados en su educación por 4 meses; estudiantes en África están atrasados por 6 meses; estudiantes en América Latina están atrasados por 12 meses en su educación.
Veamos algunas cifras de Paraguay. De acuerdo con el estudio PISA realizado antes de la pandemia, solamente el 8% de niños y adolescentes de hasta 15 años pueden resolver problemas de matemáticas básicos. Solamente el 32% de niños y adolescentes de hasta 15 años pueden comprender lo que leen. La inversión en investigación y educación es muy baja y no de muy buena calidad. En muchos lugares de Paraguay, el acceso a la educación es muy difícil y el acceso a la educación de calidad es imposible. Esta situación penosa muestra la realidad, muestra qué es lo que hay que combatir, muestra que la educación debe estar en primer lugar.
En Paraguay se da actualmente un debate sobre la educación en el cual lo más importante gira sobre “los enemigos ideológicos” y se dejan de lado los problemas estructurales en el acceso a una educación de calidad que son los enemigos reales. Paraguay debe construir sus intereses nacionales y relacionarse con los demás teniendo en cuenta esos intereses, pero lastimosamente esos intereses nacionales que deben estar construidos no son claros y esto lleva a que, en vez de combatir cuestiones que realmente aquejan a los niños y jóvenes del país, se combata cuestiones que no tienen que ver con la realidad de la educación en Paraguay.
En este escenario, la institucionalidad queda desvirtuada. Los espacios de discusión y debate institucionales se resuelven en las calles. Algo que llama mucho la atención es que el ministro de un gobierno y sus colaboradores se ven solos defendiendo su proyecto de transformación educativa y que casi todos los congresistas que apoyan al gobierno voten en contra de lo que propone el gobierno en este tema tan importante como es la educación.
Lo peor del populismo es que mediante el miedo y el odio, unos cuantos consigan convertir al pueblo en hordas para decidir los destinos de un país. Hay que mirar la historia, esto nunca termina bien sin importar la ideología o los discursos que sostienen a este tipo de hacer política. En este tipo de dinámicas todos pierden siempre, pero los que más pierden son los más vulnerables.
Por último, quisiera agregar que la RAE define así a la distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”. La sociedad distópica en Paraguay no se creará por causa de los “monstruos imaginarios” y “sus cómplices”, sino que podría crearse por la falta de construcción de intereses nacionales concretos a largo plazo y por falta de compromiso en solucionar cuestiones bien concretas y reales, como el acceso a la educación y la calidad de educación.