26 jun. 2025

La mujer adúltera

Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 8,1-11.

En este tiempo de conversión que es la Cuaresma, la Iglesia nos invita a contemplar una escena del Evangelio de Juan en la que unos hombres expertos en la interpretación de la ley le preguntan a Jesús qué deben hacer con una mujer sorprendida en adulterio, un pecado que en la ley de Moisés estaba castigado con la pena de lapidación.

La pregunta que hacen a Jesús le plantea un dilema difícil de resolver. Debe optar entre atenerse a la Justicia y dictar sentencia de muerte, o violar la ley. La escena es profundamente dramática.

La vida de aquella mujer depende de la decisión de Jesús, pero también está en juego la propia vida de Jesús, que puede ser acusado de incitar a una grave transgresión de lo mandado, restando importancia ante los ojos de todo el pueblo a los preceptos de la ley divina.

Aquellos personajes fingen tener una deferencia con Jesús, reconociendo aparentemente su autoridad moral, para atraparlo en sus palabras y luego juzgarlo duramente por ellas. Pero el maestro desenmascara su hipocresía, con calma, sin alterarse. Mientras los escucha, se pone a escribir con su dedo en el suelo. Este gesto muestra a Cristo como el Legislador divino, ya que –según dice la Escritura– Dios escribió la ley con su dedo en unas tablas de piedra (Ex 31,18). Jesús, por tanto, es el Legislador, es la Justicia en persona.

Jesús no viola la ley, pero no quiere que se pierda lo que Él estaba buscando, porque había venido a salvar lo que estaba perdido. Su sentencia es justa e inapelable: “El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero” (v. 7).

Llama la atención la reacción del Maestro, que es la Justicia en persona. En ningún momento salen de su boca palabras de condena, sino de perdón y misericordia, con una suavidad que invita amablemente a convertirse: “Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más”. Dios no quiere el pecado y sufre por él, pero tiene paciencia y es compasivo.

“No olvidemos esta palabra –nos dice el papa Francisco–: Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca. […] El problema es que nosotros […] nos cansamos de pedir perdón”.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/gospel/evangelio-quinto-domingo-cuaresma-ciclo-c/)