20 abr. 2024

La mosquita muerta

Brigitte Colmán – @lakolman

Mientras el mundo parece resignarse a la idea de una tercera guerra mundial, en esta isla rodeada de tierra, un mosquito de morondanga nos tiene acorralados. Y mientras el mundo contempla atónito como mueren millones de koalas y canguros, víctimas de los incendios en Australia, por acá criamos y mimamos a nuestro enemigo.

No señora, no le estoy hablando del vecino seccionalero que metió de planillera a su novia en el Ministerio, le hablo del nunca bien ponderado Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue, ese gran problema de salud pública que el Estado paraguayo no puede resolver.

Dada la gravedad de la situación, esta columna se suma a la campaña en contra del mosquito.

¿Y QUIÉN ES ÉL? El mosquito Aedes proviene de África, y viene en tres variedades, la peor es la aegypti la más extendida alrededor del mundo; la que causa el dengue y la fiebre amarilla.

El mosquito transmisor del dengue es, en rigor, la mosquita; es ella la que nos pica y nos enferma. Y nuestra alternativa es matar a todo lo que se crían dentro de las casas y evitar que se reproduzcan en nuestros patios y jardines.

Ya sé que escucharon miles de veces la misma cantinela, pero tenemos que seguir con el discursito hasta que a todes nos llegue el mensaje: hay que limpiar patios, ver que nada acumule agua, y el agüita del perro hay que cambiarla varias veces al día; poner boca abajo baldes y latonas, y los neumáticos usados, si no te podés deshacer de ellos, revisar que no junten agua de lluvia.

Porque como dijera hace poco la directora del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa), María Teresa Barán: “El paraguayo es muy cachivachero. Le gusta quedarse con muchas cosas que eventualmente pueden ser perjudiciales para la salud”. Ella comentó que, los funcionarios encontraron un montón de criaderos naturales y artificiales, o sea, botellas de todo tipo, electrodomésticos en desuso, plásticos y latas en general. ¡¡Todo eso tenés que tirar de tu patio!!

ESTADO AUSENTE. Supongamos que en todo el país ya se ha procedido a limpiar patios y casas; ahora tenemos que enfocarnos en que las instituciones funcionen.

Los paraguayos tenemos un problemita con la basura. La arrojamos en cualquier parte: la botella de plástico por la ventana del auto, el envoltorio del chicle en el piso del ómnibus, y el vaso de yogur en la vereda de la vecina (siempre hacen eso en mi vereda); sin dejar de mencionar a los desgraciados que tiran sus bolsas de basura en los raudales y en patios baldíos.

Todo eso es una realidad muy vergonzosa. Sin embargo, la epidemia de dengue no se debe a que somos “puercos”; también deben asumir sus culpas las instituciones que nunca han estado a la altura de las necesidades de la población.

En Paraguay no hay una política pública de manejo de los residuos, o dónde creen ustedes que llevan nuestros residuos, pues a Cateura! Un basural inmenso a cielo abierto al ladito del río Paraguay.

Cada mes de enero, cada dos años se reactiva la sicosis colectiva, y después de un montón de enfermos y algunas víctimas fatales nos olvidamos todos del dengue. Las autoridades vuelven a su inercia hasta la próxima alarma, código rojo, crisis en el gabinete, los paraguayos son puercos, etc. Y así hasta el fin de los tiempos.

El estado ausente tiene la culpa, la mosquita aedes tiene la culpa, los ciudadanos tenemos la culpa, y de igual manera, el modelo de vida que elegimos o nos impusieron: deforestación, cambio climático, crecimiento de las ciudades sin planificación, servicios públicos deficientes y mucho más. Y, mientras intentamos que el Estado sea más eficiente, y mientras dejan de deforestar, nuestra solución es el combate al Aedes aegypti, él es el enemigo público número 1, y la mosquita muerta será nuestra salvación.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.