No señora, no le estoy hablando del vecino seccionalero que metió de planillera a su novia en el Ministerio, le hablo del nunca bien ponderado Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue, ese gran problema de salud pública que el Estado paraguayo no puede resolver.
Dada la gravedad de la situación, esta columna se suma a la campaña en contra del mosquito.
¿Y QUIÉN ES ÉL? El mosquito Aedes proviene de África, y viene en tres variedades, la peor es la aegypti la más extendida alrededor del mundo; la que causa el dengue y la fiebre amarilla.
El mosquito transmisor del dengue es, en rigor, la mosquita; es ella la que nos pica y nos enferma. Y nuestra alternativa es matar a todo lo que se crían dentro de las casas y evitar que se reproduzcan en nuestros patios y jardines.
Ya sé que escucharon miles de veces la misma cantinela, pero tenemos que seguir con el discursito hasta que a todes nos llegue el mensaje: hay que limpiar patios, ver que nada acumule agua, y el agüita del perro hay que cambiarla varias veces al día; poner boca abajo baldes y latonas, y los neumáticos usados, si no te podés deshacer de ellos, revisar que no junten agua de lluvia.
Porque como dijera hace poco la directora del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa), María Teresa Barán: “El paraguayo es muy cachivachero. Le gusta quedarse con muchas cosas que eventualmente pueden ser perjudiciales para la salud”. Ella comentó que, los funcionarios encontraron un montón de criaderos naturales y artificiales, o sea, botellas de todo tipo, electrodomésticos en desuso, plásticos y latas en general. ¡¡Todo eso tenés que tirar de tu patio!!
ESTADO AUSENTE. Supongamos que en todo el país ya se ha procedido a limpiar patios y casas; ahora tenemos que enfocarnos en que las instituciones funcionen.
Los paraguayos tenemos un problemita con la basura. La arrojamos en cualquier parte: la botella de plástico por la ventana del auto, el envoltorio del chicle en el piso del ómnibus, y el vaso de yogur en la vereda de la vecina (siempre hacen eso en mi vereda); sin dejar de mencionar a los desgraciados que tiran sus bolsas de basura en los raudales y en patios baldíos.
Todo eso es una realidad muy vergonzosa. Sin embargo, la epidemia de dengue no se debe a que somos “puercos”; también deben asumir sus culpas las instituciones que nunca han estado a la altura de las necesidades de la población.
En Paraguay no hay una política pública de manejo de los residuos, o dónde creen ustedes que llevan nuestros residuos, pues a Cateura! Un basural inmenso a cielo abierto al ladito del río Paraguay.
Cada mes de enero, cada dos años se reactiva la sicosis colectiva, y después de un montón de enfermos y algunas víctimas fatales nos olvidamos todos del dengue. Las autoridades vuelven a su inercia hasta la próxima alarma, código rojo, crisis en el gabinete, los paraguayos son puercos, etc. Y así hasta el fin de los tiempos.
El estado ausente tiene la culpa, la mosquita aedes tiene la culpa, los ciudadanos tenemos la culpa, y de igual manera, el modelo de vida que elegimos o nos impusieron: deforestación, cambio climático, crecimiento de las ciudades sin planificación, servicios públicos deficientes y mucho más. Y, mientras intentamos que el Estado sea más eficiente, y mientras dejan de deforestar, nuestra solución es el combate al Aedes aegypti, él es el enemigo público número 1, y la mosquita muerta será nuestra salvación.