Se trata de un trabajo en el que Micó y Coll tratan de explicar las claves del cambio digital actual, que se vio acelerado exponencialmente por el Covid-19, una enfermedad que supuso un reto mayúsculo para la ciencia, dinamitando los cimientos de las economías más avanzadas, y dando un vuelco a la historia de la humanidad.
¿Cree que ese escenario se verá afectado tras la pandemia? “El libro se titula Hiperaceleración precisamente por eso. De repente, sin que nadie lo espere, se produce una especie de retorno a la Edad Media, como si estuviésemos padeciendo la peste, pero con la paradoja de que eso coincide con el despliegue de la cuarta revolución industrial y todas sus tecnologías. Muchísimos de los planteamientos sociales, culturales, políticos, e incluso éticos, que existían antes del estallido de esta crisis, tienen que cambiar, afirma Micó al tiempo de agregar “lo que hasta entonces parecía una intromisión intolerable en la privacidad de las personas porque controlaba sus movimientos y entraba en un ámbito tan delicado como la salud, ahora estas nuevas tecnologías sirven para rastrear la evolución de la pandemia y aplicar soluciones para entender cómo se propaga”.
“Creo que la mayoría de los países, con excepciones destacadas como China, han tenido que ir modificando su percepción legal y moral sobre las tecnologías, obligados por el Covid-19. Porque resulta que, lo que antes se veía como una amenaza, ahora se convirtió en parte de la solución”.
¿Pero realmente estamos preparados para lidiar con ella como humanidad o todavía no? “Tajante: no. Creo que nadie lo estuvo en las tres anteriores revoluciones industriales. Una revolución supone una fractura súbita y a menudo traumática con respecto a la situación anterior. Como cualquier momento o época de transición eso desencadena muchos interrogantes”, sostiene.
Micó dice que “damos por supuesto que todo el mundo se va a beneficiar de estas innovaciones, que todo fluye de una manera rápida y natural porque todos gozamos de una estupenda conexión, tenemos tres ordenadores por familia, smartphones, tabletas. Pero evidentemente no es así”.
Reclama “en este punto, más que apelar a la caridad o a la solidaridad entre alumnos de un colegio o compañeros del trabajo, creo que es cuando la administración y las empresas, corporaciones realmente comprometidas con la sociedad de la que se benefician, pero a la que sirven, deben asumir su responsabilidad e intentar minimizar al máximo estas desigualdades para que nadie se quede atrás en el camino”.
Destaca la labor periodística, “cuantos más datos, más información fluya por el entorno digital, más necesaria es la profesión periodística, su protección y su fortaleza. No es lo mismo tener la capacidad de acceder a mucha información que tener la certeza de que estás accediendo a noticias, a producciones periodísticas sometidas a un tratamiento adecuado. Las limitaciones sobre quienes producen, comparten bulos, mentiras creo que son un mal menor con respecto a lo que se perdería en términos de libertad de expresión si no se protegiese como es debido el periodismo y a quienes ejercen este trabajo”.