25 abr. 2024

La guerra en las palabras

EFE.

El narcotráfico es un problema que México enfrenta desde hace décadas y este fenómeno siempre ha estado determinado por el lenguaje, según dice el escritor mexicano Oswaldo Zavala, autor del libro La guerra en las palabras.

“El libro es una exploración a fondo del discurso oficial, pues todo lo que normalmente decimos, hablamos, pensamos del narcotráfico en realidad proviene de fuentes oficiales”, señala Zavala en entrevista con Efe.

La guerra en las palabras, indica, es una historia intelectual del narcotráfico en México que recorre cuatro décadas –de 1975 a 2020–, donde muestra la forma en que el discurso oficial crea a las leyendas del narcotráfico respondiendo a las agendas política y antidrogas.

El tomo está dividido en cuatro secciones e inicia con la primera operación para erradicar los plantíos de marihuana y amapola, continúa con el asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena en 1985 y sigue otros fenómenos como la reinvención de los carteles de la droga y el ascenso de figuras como Amado Carrillo Fuentes.

El libro llega hasta la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón (2006-2012) y la pacificación que propuso el presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024).

Zavala explica que durante más de cuatro décadas el sistema político mexicano ha logrado imponer una narrativa sobre el “narco” que la sociedad en general ha aceptado, como que el crimen organizado es la explicación dominante ante los altos índices de violencia en el país.

“La violencia es real, pero la explicación oficial dominante es una maña política, una fantasía que ha permitido a las autoridades ejercer la más cruel política del Gobierno en contra de la población, pero siempre legitimada por la reciclable trama de la guerra contra el narco”, considera.

Zavala señala que la idea de lo que se dice, piensa o imagina del narcotráfico “generalmente proviene de fuentes oficiales, no de un conocimiento directo del narcotráfico”.

Estas fuentes, dice, son principalmente de autoridades mexicanas y estadounidenses que, en muchas ocasiones, dependen de algunos intereses.

El escritor dice que a menudo se habla del lenguaje que se usa para hablar del tema en el arte y el periodismo, pero que “había quedado pendiente comprender la historia misma de ese discurso”.

Entonces, dice, la idea de este libro era dar una historia del lenguaje tanto oficial como no oficial que se ha construido a lo largo de 40 años, el cual describe el fenómeno del narcotráfico y además impone un sentido político.

“Es una investigación de archivos, de las bibliotecas presidenciales de Estados Unidos, hemerotecas, trabajos académicos y periodísticos para tratar de trazar y entender cómo fue cambiando (el discurso) e incluso radicalizándose en las siguientes décadas”, puntualiza.

EL NARCOTRAFICANTE, EL MALO

El también periodista y profesor de Literatura apunta que es muy complicado determinar cuál es la verdadera participación que tiene el narcotráfico en la violencia que actualmente vive el país debido a que el discurso oficial muestra una imagen de poder del crimen organizado que poco tiene que ver con la realidad.

“Estamos ante una avalancha de información que nos impide conocer a ciencia cierta quiénes son los actores de la violencia y quiénes están haciendo qué exactamente”, remarca.

México tan solo en 2021 registró 33.315 homicidios después de los dos años más violentos de su historia, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, con 34.690 víctimas de asesinato en 2019 y 34.554 en 2020.

“Lo que hace el discurso oficial es darnos una explicación veloz y estandarizada donde si hay un tiroteo rápidamente se culpa al traficante”, refiere.

Y afirma que un planteamiento que la población debería hacerse es que “en un país con tanta impunidad, y con un sistema policial bastante dudoso, debería ser difícil creer lo que dicen las fuentes oficiales de que toda esta violencia es producto de traficantes haciéndose la guerra”, cuestiona.

Durante el desarrollo del libro, explica, encontró que muchas de las palabras usadas para hablar de ese mundo y que se utilizan en series televisivas tienen, en su mayoría, un origen oficial.

“Las propias instituciones son las que hablan de ese modo y las encargadas de hacerlas circular, aparecer en el imaginario y que se atribuyan al narcotráfico”, apunta.

Y estas palabras, afirma, han llevado a que se idealice al narcotraficante como alguien “poderoso, como en el corrido ‘Jefe de jefes’ de la banda Los Tigres del Norte, que al parecer habla de un narcotraficante “aunque en realidad no lo nombra al 100 %”.

Negó también que haya “una relación verificable o demostrable” entre el discurso y la violencia.

“No quiere decir que la cantidad de series sobre un personaje de pronto haga que la gente naturalice o normalice la violencia. Eso es una forma de culpar a los consumidores de productos culturales y de pensarlos como de escasa inteligencia”, manifiesta.

Finalmente, remarca que su libro no es una historia sobre “narcos”, sino sobre el lenguaje que los convirtió en enemigos internos, en amenaza a la “seguridad nacional”.

“Son el mito que justifica las atrocidades de la agenda de seguridad estadounidense instrumentalizada en México por la clase político-empresarial”, concluye.


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