09 ago. 2025

La desigualdad de la tierra en Paraguay exige un debate abierto

La desigualdad de la tierra es una de las características más escandalosas que tiene nuestro país. Paraguay es uno de los países de mayor desigualdad de América Latina si consideramos el ingreso, pero si analizamos la desigualdad de la tierra se ubica como uno de los peores del mundo, con un Índice de Gini cercano a 1; es decir, desigualdad casi perfecta. Esta situación genera conflictos sociales y políticos, es ineficiente económicamente e impide el desarrollo del país. Debemos debatir sobre este problema, con datos y evidencia, y empezar a solucionarlo estructuralmente.

La desigualdad de la tierra tiene causas y consecuencias relacionadas con otras asimetrías. Los bajos niveles de impuestos pagados por la tierra incentivan la especulación y el acaparamiento y restringen el mercado de tierras. Varios informes del Banco Mundial dan cuenta de esta situación alertando sobre los riesgos para la eficiencia y la libertad del mercado de tierras.

El funcionamiento del sistema judicial y el policial tampoco contribuye a garantizar seguridad jurídica. Se han visto demasiados casos de gestión indebida y corrupta, lo cual debilitó la confianza ciudadana en estas instituciones.

En este contexto de alta desigualdad, de mala gestión de los conflictos y de una histórica crisis económica y social derivada de los problemas de acceso a la tierra, el país se debate desde siempre con respuestas que terminan generando más problemas, acrecentando las asimetrías no solo de la tierra, sino también en el acceso a la Justicia.

La expulsión de la población rural ocasiona desarraigo, migración y termina aumentando el desempleo, el empleo informal y la conflictividad en las principales ciudades y sus áreas metropolitanas.

En el sector urbano esta situación se traduce en el crecimiento desordenado de las áreas metropolitanas y de los barrios populares. El hacinamiento y la falta de servicios públicos conducen a problemas educativos y de salud.

Los altos niveles de contagio en el Departamento Central fueron en parte consecuencia de la imposibilidad de aislamiento de los enfermos en los hogares. Para estas familias fue imposible aislar a algún integrante contagiado debido a los problemas de vivienda y las carencias en el ámbito del agua y el saneamiento. Miles de jóvenes rurales sin oportunidades económicas terminan en las ciudades sin acceso a educación y a empleos de calidad.

El acceso a la tierra debe ser objetivo de la política pública en Paraguay, ya que afecta no solo a los campesinos, sino a toda la población. Las consecuencias directas del desabastecimiento son la desnutrición, la obesidad y el aumento de los precios de los alimentos, lo cual incide en la posibilidad de reducir la pobreza y las principales vulnerabilidades que enfrenta la población paraguaya en materia alimentaria. A esto se agregan los problemas en las cadenas productivas.

Es urgente hablar del tema y con la verdad. Con datos estadísticos y catastrales, analizando con total independencia los casos judiciales y con una mirada puesta en el bien común. Paraguay no merece continuar esta crisis ancestral sobre el derecho a la tierra. Nos merecemos un país con justicia económica y paz social.

Ojalá las autoridades y las élites sepan comprender esta situación y sentarse en una mesa de diálogo abierta, con toda la información existente, para dar solución definitiva a la problemática tan grave que nos mantiene en los niveles más bajos de desarrollo y de falta de cohesión social.