Creo que hasta ahora somos pocos los que no hemos hecho conocer nuestra opinión sobre la concertación. Me animaré a dar mi modesta opinión.
Parece que nadie (salvo el oficialismo colorado) está en contra de ella, por el contrario, no hay quien no crea firmemente que solo a través de la concertación, del acuerdo, de la concurrencia a perseguir y conseguir mediante ella la realización de un fin común (derrotar el modelo, el sistema que el pueblo paraguayo clama por cambiarlo), por encima de las diferencias que pudieran existir (y que existen, desde luego). El diccionario en una de sus acepciones del verbo concertar dice: “traer a identidad de fines cosas diversas”. Pues bien, creo que sobre el objetivo de concertar para derrotar al oficialismo colorado no hay casi discusión.
El obstáculo transita por otro lado: cómo acordar los nombres de las personas que llevarán el primero y segundo lugar en la chapa presidencial. No es problema de poca monta, sobre todo teniendo en cuenta la voracidad de nuestros políticos para ocupar cargos y canonjías. Primero el buche... luego la Patria. Hoy por hoy todos deberíamos pensar antes que nada en el país, en la Nación, en la Patria. Es hora de renunciamientos heroicos. Estamos a tiempo todavía, pero ¡¡CUIDADO!!, que este vuela.
Creo que los concertantes sin excepción deberían ponerse a trabajar dejando para mejor ocasión –que nos depare el destino que suele ser tan esquivo para nuestro pobre país– sus apetencias personales, y llevar al seno de la concertación el alma y el espíritu limpios y propios del alto fin que se quiere emprender. Señores de la concertación: no pierdan más tiempo en el forcejeo a veces directo y otras, las más, solapadas y escudados en razonamientos triviales, que de persistir en ello caeríamos en el negativismo y en la postración con la cual convive el pueblo paraguayo y se halla sumergido desde hace más de sesenta años.
No desoigan la voz clamante de la historia de nuestro pueblo. Si la tarea es tomada en serio –no para cambiar para que todo quede igual– esta será ardua y necesitará de los mejores hombres y mujeres para ir paso a paso revirtiendo todo lo malo que se ha hecho hasta ahora, y darle al pueblo las señales claras de que los nuevos dirigentes dejarán de robar, de corromper, de transar, de coimear o sobornar, de contrabandear; darle seguridad que se luchará por una Justicia transparente, honesta , imparcial, no sometida a nada ni a nadie, sino a la ley; que no habrá jueces prevaricadores, fiscales transadores, sino valientes y capaces; que el Congreso de la nación, en lo posible, será confiable, que estará en manos de gente calificada para la función legislativa; que el funcionariado público sea fiel cumplidor de la ley, no sobornable, que sea elegido mediante sus méritos propios y no recolectados o admitidos con criterio partidario. Y para qué seguir si lo ya dicho, más todo lo que se pueda agregar es, en la actualidad y desde la nefasta época del tirano Stroessner estos valores han sido totalmente pisoteados en perjuicio del pueblo.
Qué misión más noble se cumpliría con la Patria si lo antes posible se definieran los mecanismos que harán posible la CONCERTACIÓN tan anhelada.
Sé que resulta hasta paradójica la suerte que nos podría tocar vivir en esta encrucijada de nuestra historia; podríamos ser gobernados por un ex sacerdote o por un ex general, ninguno de los cuales debería estar en la función política, pero dependerá de los negociadores evaluar estas circunstancias, y si con ellos se cree que podrán sacar al país adelante la CAUSA MAYOR justificaría aceptarlos, aunque para algunos nos resulte que en el caso del militar retirado podría ser más de lo mismo. En el caso de Fernando Lugo, persona que no tiene las manos manchadas, sí, pienso que él y su entorno directo deberían no solo ser menos soberbios y hablar con mayor claridad sobre sus proyectos una vez llegado al gobierno e incluso cómo manejar la concertación, que deberá contar con un enorme apoyo popular. Nada claro está aún el panorama político del país. Como se ha dicho y lo he escuchado repetidamente, coincido en que cualquier esfuerzo que se haga para consensuar la fórmula que en las elecciones generales próximas represente al pueblo democrático del país, en contra de aquellos que se quieren perpetuar en el poder para hundir más aún al pueblo. Sé que para algunos no será fácil el renunciamiento, pero para ese gran esfuerzo se debe tener muy presente que si fracasa la concertación –con o sin Lugo (lo que sería harto indeseable)– les ofreceremos la mesa servida a los traidores de la Patria.
Finalmente, me arriesgo a mencionar que si el acuerdo resultare imposible, se debería –creo modestamente– encontrar una persona que esté fuera de toda sospecha para los concertantes, de tratarse de alguien que podría llevar tan grande y noble empresa adelante. De alguna manera habrá que superar la “crisis” por la que está transitando la concertación, no a nivel de pueblo, sino de dirigencia. Repito: no debemos perder un minuto más en la tarea. Dios y la madurez de los directores de la CONCERTACIÓN salven al pueblo paraguayo y a la Patria democrática.