24 jun. 2025

La casa de los tres cerditos

Por Juan Montaner

Que tenemos un gran déficit comercial, nos dicen. Sin embargo, se siente que estamos llenos de dólares. Las exportaciones lo están haciendo bien. Pero, ¿5.250 millones de dólares de importación al año? Se olvidan que el negocio de Ciudad del Este está repuntando y que se cuentan con mejores medidas del mismo. La mitad de las importaciones del Paraguay tienen ese destino y son reexportadas, aunque vendidas en el mostrador. Ese negocio se autofinancia y así la plaza de Asunción siente la abundancia de dólares. Una situación inconcebible para el tradicional pensamiento latinoamericano atado a la escasez. El Banco Central destaca la repatriación de US$ 85 millones al año de los depósitos que tienen paraguayos en el exterior, sobre todo desde el 2006. Otros paraguayos remesan a sus familias. Mientras, el Estado con el pago de su deuda y las reservas del Central saca más dólares de los que ingresan las hidroeléctricas.
Debemos entender de qué vivimos, como si la economía fuera una casa familiar. Todos valoramos las comodidades de las que dotamos a nuestro hogar, pero ellas dependen de nuestro ingreso. No hay ahora préstamos, sino un esfuerzo genuino de crecer hacia afuera. Podemos recorrer un camino de abundancia. Y en ello hay una exigencia de más dinamismo y de no seguir voces que llevan a la modorra y al estancamiento.

EL CUENTO DE LOS TRES CERDITOS
La palabra “economía” quiere decir, justamente, administración de la casa. La usó en su obra uno de los mejores alumnos de Aristóteles. A los griegos lo que les gustaba era hacer política en el ágora. La economía era cosa de cada casa. Para nosotros el Estado se volvió un problema económico. En una nueva versión del cuento de los tres cerditos, podría ser uno de los hermanos que no trabaja. Por maldad e ignorancia convence al otro de que odie al trabajador. No es muy dado al estudio y no se entera de lo que se aprendió para que sus impuestos no afecten la creación de riqueza.
Escuchamos, en este clima, a líderes campesinos hablando con animadversión de la exportación. Si es la exportación la que crea el mercado interno al distribuir poder adquisitivo y es la que puede salvarle.
No podrán todos los campesinos plantar zanahoria, a no ser que alguien encuentre su utilidad para el mercado internacional. Necesitan de alguien que emprenda algo.
Quienes quieren hacerlo de otra manera lo hacen mal, desperdician riqueza y caen en actos de corrupción. El manejo que hizo el Estado del algodón es la muestra. Hasta los que hacen de la solidaridad su bandera son egoístas. La representación campesina, ¿no exige antes beneficios para sus 20 mil asociados? El populismo acorta el camino para unos pocos. Que de los fondos de cohesión del Mercosur logremos que 1.400 familias paraguayas consigan una vivienda nueva, ¿qué dará para esa cohesión? Queramos esas casas para todos los paraguayos. Es como cuando se hacían polideportivos para algunas comunidades. Lo que interesa es que la gente se enriquezca; que ella misma se hará sus polideportivos. Y los constructores terminarán haciéndolos y construyendo otras cosas por el camino.
En el cuento no nos olvidemos del lobo. Puede ser “la pobreza que golpea a la puerta de todos, pero entra en la del haragán”. Su presencia asustadora podría dar una solución de compromiso entre la economía como hija de la escasez y como madre de la abundancia. Es el dinamismo que mostremos el que no dejará afuera, con el lobo, a nadie que llame a la puerta.

EN LA ESPERA DE PAPÁ NOEL
De los combates aéreos en Nueva Guinea durante la Segunda Guerra Mundial los papúes sacaron la idea del “cargo”. Un avión que en su panza les traerá televisores y heladeras. Como la bolsa de Papá Noel. Es un culto en expansión, lo que tiene el peligro de alejarles del desarrollo y la felicidad.
La misma inocencia económica encontramos entre nosotros. Hay quienes no saben de dónde viene la riqueza, pero esperan... Es de mentalidad de lo que se trata. Y hay románticos que hablan de quedarse como los papúes…
No es esperando a Papá Noel ni escuchando a los que quieren estancarse en la modorra como debemos construir nuestra relación con la economía. Es el dinamismo el que nos puede dar la satisfacción de incorporar a todos a la actividad.