El Gobierno puede convertir estas negociaciones en una causa nacional cuyo éxito puede darle a la ciudadanía un poco de esperanza luego de varios años de deterioro de los ingresos, persistencia de la pobreza y una pandemia devastadora.
La energía es un factor fundamental para el desarrollo. Paraguay necesita cambiar su modelo de crecimiento porque el actual está agotado, tal como ya se venía observando desde años atrás y que la pandemia expuso con espectacular crueldad. Después de años de crecimiento, la mayor parte de los trabajadores tienen ingresos bajos y volátiles y no cuentan con ningún tipo de protección frente al desempleo o a un problema de salud. Las pequeñas y medianas empresas no disponen de apoyo y la agricultura familiar se debate entre la vida y la muerte.
El Gobierno debe aprovechar la negociación para mostrar su interés en la ciudadanía, construyendo una estrategia que ponga al país en primer lugar, conformando un equipo de trabajo con personas que conozcan el tema, independientemente de su adscripción social o partidaria y con un plan de comunicación que garantice transparencia y auditoría social.
La estrategia de negociación tiene que tener como primer objetivo garantizar la energía que permita transformar el patrón de crecimiento hacia uno más industrializado, que genere empleos de calidad y que nos inserte globalmente con exportaciones de alto valor agregado.
Los hogares y la calidad de vida dependen del acceso a energía de buena calidad.
La crisis climática acentúa la necesidad de contar con suficiente electricidad. Ya no es solo un lujo, sino una necesidad contar con heladera, agua y aire acondicionado, sobre todo si hay niños y personas mayores.
El equipo negociador debe estar integrado por personas que, además de su capacidad técnica, tengan una ética y un compromiso con el país incuestionables. La sociedad paraguaya está cansada de funcionarios que llevan años en la función pública sin marcar ningún cambio, o lo que es peor, siendo parte de hechos de corrupción. El país cuenta con personas que cumplen con el perfil necesario. Es hora de llamarles y ofrecerles un marco de trabajo honesto y profesional.
El plan debe contar con una estrategia que ponga en primer lugar al país y con diferentes escenarios, lo que aumentará las opciones de negociación y de que el resultado final permita a ambos países ser ganadores y no un escenario en que uno culmine imponiendo sus intereses sobre los del otro.
Paralelamente, deben garantizarse transparencia y cercanía a la población, de manera que la auditoría ciudadana del proceso promueva la fuerza y legitimidad que el equipo negociador requerirá para enfrentarse al Brasil, un país enorme y con profesionales especializados en este tipo de negociaciones.
En este contexto, sin el apoyo ciudadano, cualquier proceso de negociación tenderá al fracaso. Es el momento de unir a todos los paraguayos en pos de un objetivo común a fin de crear un ambiente de mayor esperanza para el futuro.
Itaipú debe ser una causa nacional, que no puede ser asumida solo por el Gobierno, ya que ello debilitaría su posición en la mesa negociadora. En el caso del Brasil, tiene un fuerte apoyo del sector industrial, puesto que se encuentra abocado a profundizar su proceso de industrialización.
Paraguay tiene la oportunidad de mostrarle al mundo que pudo convertirse en un país con altos niveles de crecimiento económico y bienestar social, utilizando energía limpia y contribuyendo a la sostenibilidad ambiental global.