En Paraguay, los ingresos laborales son la principal fuente de ingresos de los hogares. El 87% de los ingresos se derivan del trabajo, el resto proviene del sistema de protección social (jubilaciones o transferencias) y de remesas tanto de familiares residentes en Paraguay como en el exterior.
Como se puede observar, el trabajo remunerado no solo es importante por los ingresos laborales. Las jubilaciones también provienen del trabajo cuando este es de calidad, ya que permite a los trabajadores aportar durante el periodo laboral para contar con un ingreso en la vejez. Gran parte de las remesas se originan en el trabajo, pues son enviadas por los hijos a los padres mayores o por los padres a los hijos, algunos migrantes en el extranjero que salieron buscando mejores horizontes económicos.
Si consideramos todas estas variables resulta que más del 90% de los ingresos que permiten a las familias consumir y satisfacer sus necesidades provienen de su inserción en el mercado laboral, un mercado laboral que es de muy baja calidad en Paraguay.
Por un lado, los ingresos siempre fueron bajos, por lo que un retroceso tiene un impacto significativo en la calidad de vida de la familia. Los últimos datos disponibles oficiales muestran que el 40% de los hogares viven con un salario mínimo o menos y solo el 20% logran acumular dos salarios mínimos.
El retroceso en los ingresos en el último año impactó en el aumento de la desigualdad entre 2021 y 2022, lo que ubicó la desigualdad en niveles anteriores a la pandemia. Esta regresión se suma a la reducción del nivel de ingresos señalada en párrafos anteriores y al estancamiento de la disminución de la pobreza monetaria.
Adicionalmente, al persistente deterioro de los ingresos laborales y de otros indicadores relacionados de manera directa se encuentra la pésima calidad del trabajo. Con más de 65% de informalidad y exclusión de los mecanismos de acceso al sistema jubilatorio, los trabajadores se encuentran desprotegidos frente a contingencias que no pueden controlar como una enfermedad o la pérdida del empleo, y en la vejez se enfrentan a una alta probabilidad de caer en pobreza.
A pesar de la relevancia del trabajo para la construcción de una sociedad cohesionada y con calidad de vida, las políticas públicas para mejorar las condiciones laborales son casi inexistentes. El problema se agudiza si se considera el largo plazo.
En estas condiciones, estamos construyendo un país que no tiene futuro. El crecimiento tarde o temprano encontrará obstáculos, la pobreza no disminuirá y, difícilmente, podremos llegar a estadios de desarrollo y bienestar del que podremos estar orgullosos como paraguayos.
Es hora de que las autoridades asuman el compromiso del desarrollo. Sin trabajo decente se ponen en riesgo la sostenibilidad del crecimiento y los estándares del desarrollo a los que ya han llegado otros países de la región.