El FMI lanzó una advertencia: La invasión rusa de Ucrania provoca una onda expansiva que dispara el costo de alimentos y energía, con impactos sustanciales en algunos casos. El remezón es generalizado en una región que tiene una tasa de inflación promedio anual de 8%, con extremos de más de 50% en Argentina, más de 10% y en ascenso en Brasil, e hiperinflación endémica en Venezuela.
Algunas naciones latinoamericanas son importadoras netas de petróleo, por lo que el fuerte incremento de los productos energéticos –el crudo rozó su máximo histórico de 147,5 dólares el barril hace 10 días– perjudica sus finanzas.
Otros, como Colombia, que tienen en el crudo su principal exportación, o México, cuya canasta petrolera subió de precio, tratarán de compensar el aumento de los alimentos con los extras del oro negro. Sin embargo, ningún país estará a salvo del flagelo inflacionario que vino con la guerra.
Incertidumbre en el agro. La porción de Rusia en la balanza comercial latinoamericana es pequeña: Moscú importa 3,18% de lo que consume y exporta 1,48% a esta parte del mundo, según el Banco Mundial (BM). Pero tanto Rusia como Ucrania son grandes exportadores de granos y petróleo, los dos productos que más han subido por los temores a una escasez por la guerra y por las sanciones al comercio ruso.
El analista de la firma brasileña Safras & Mercado, Luis Fernando Gutiérrez Roque ilustra las dos caras de la moneda. “El conflicto tiende a reducir las exportaciones de maíz y trigo de ambos países (Rusia y Ucrania), lo que favorece a otros grandes productores y exportadores, como Brasil”, señala. Pero Rusia es el principal proveedor de fertilizantes de Brasil, que depende de este insumo para asegurar su producción. “No tenemos ninguna garantía en el tema del transporte marítimo de mercancías”, gravemente perturbado por la guerra, ni en el del suministro de fertilizantes, explicó Cesario Ramalho, presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Maíz (Abramilho).
La preocupación es compartida en Argentina, el mayor productor de soja del mundo, así como en otros países agrícolas tradicionales de la región como Uruguay y Paraguay, e incluso en Ecuador, que exporta 21% de su producción de bananas a Rusia.
Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario destacó la influencia rusa en los precios mundiales de los fertilizantes, por ser el principal proveedor, con unas 35 millones de toneladas anuales.
El sensible aumento del crudo golpeó a casi todos los países, incluso a algunos productores que tienen que importar derivados. “El aumento en el precio de nuestras exportaciones primarias puede ser un factor positivo, aunque el menor crecimiento de la economía mundial conspirará contra el resto de nuestras ventas al exterior, y deberemos hacer frente a un abultamiento de la factura por las importaciones de energía”, ejemplificó el economista Víctor Beker, de la Universidad de Belgrano de Argentina.