La iniciativa más numerosa fue la celebrada en Yakarta, la capital, en la que se vivieron momentos de tensión entre los miles de participantes y los más de 13.000 efectivos policiales desplegados al efecto.
Frente al Palacio presidencial, varios grupos de universitarios quemaron pancartas y mantuvieron un agrio tira y afloja de empujones y gritos con las fuerzas de seguridad, cuerpo percibido por la población como uno de los entes más corruptos del país.
Las críticas se centraron en el presidente Susilo Bambang Yudhoyono, reelegido en julio, el vicepresidente, Boediono, y la ministra de Finanzas, Sri Mulyiani.
Los tres están en el punto de mira de la Justicia y el Legislativo por la aprobación del rescate multimillonario, y presuntamente fraudulento, de un pequeño banco con dinero público el año pasado.
“El proceso de limpieza de las instituciones debe arrancar del propio palacio presidencial”, gritaron los manifestantes en varias ocasiones.
Salvo incidentes aislados, las protestas no desembocaron en los graves disturbios ni el golpe de Estado que las autoridades habían anticipado.
A las ocho de la mañana (02.00 GMT) arrancaron las manifestaciones en once puntos distintos de Yakarta, entre ellos el Palacio Presidencial y la sede de la Agencia Anticorrupción (KPK), y confluyo a mediodía en el Monumento Nacional, el obelisco central del mayor parque de la capital.
Yudhoyono, cuya popularidad se ha visto gravemente perjudicada por los escándalos de corrupción, prometió ayer luchar contra el fraude y los abusos.
“Lideraré la ‘yihad’ contra la corrupción. La corrupción es nuestro enemigo común”, sentenció en un discurso televisado.
La protesta ciudadana coincide con el Día Mundial contra la Corrupción y surge después del destape de varios casos de corrupción de gran calado.
El más polémico fue la detención y procesamiento de dos altos cargos de la KPK acusados de extorsión y abuso de poder con pruebas que luego se demostró que habían fabricado la Policía y la Fiscalía para desacreditar a la institución.
La corrupción es una de las principales lacras de Indonesia, que puntúa siempre como uno de los países menos transparentes en las clasificaciones internacionales. EFE