06 ago. 2025

Hugo Chávez, una experiencia colectiva

Por Blas Brítez - @Dedalus729

En 2002 la oposición venezolana, con el apoyo entusiasta de los medios de comunicación, realizó un golpe de Estado contra Hugo Chávez. En aquel tiempo, personalmente, tenía muy exiguas “armas” teóricas y prácticas para vislumbrar un gobierno como el de Chávez como algo que no fuera el de un militar más, en un continente en donde las dictaduras nos han enseñado a desconfiar siempre de lo militar. Creer que de allí pudiera sobrevenir cambio, reforma, revolución alguna en el ámbito social, a mí y a muchos otros, nos parecía lejano. Pero desde ese 2002, desde ese golpe, no fue difícil comprender, para siempre, que cada país de América Latina tiene sus elementos más conservadores y reaccionarios, herederos de regímenes de derecha dictatoriales.

Con sus luces y sus sombras, los catorce años de Chávez en el gobierno fueron, significativamente, construidos con la gente. Eso, si es que se conoce a fondo la experiencia venezolana, no se puede dudar. Estuve allí en 2011, y sé lo que es. Es cierto: los taxistas, trabajadores también ellos, se quejaban todos sin excepción del tema de la imposibilidad de comprar dólares, pero no dudaban en ofrecerte comprarlos con un tipo de cambio en negro que les permitía adquirir artículos a precios preferenciales en Panamá para revenderlos en Caracas. Pero también es cierto que un humilde guardia de seguridad de un hotel me contó que, por primera vez y de adulto, podía estudiar en una universidad. E identificaba a Hugo Chávez como el responsable de ello. Un colega de un importante diario opositor venezolano también es el furibundo opositor. Pero supo aceptar que la oposición organizada en ese país es profundamente antidemocrática y corrupta desde los tiempos del inefable Carlos Andrés Pérez. Ahí nomás en el hotel en donde estaba, entrevisté a Juvenal Ravelo, un prócer del arte contemporáneo venezolano, que desarrolla hasta hoy, con el Gobierno, programas de creación artística en barrios de Caracas en donde los propios ciudadanos, pintan, embellecen -real y metafóricamente- su entorno, sus casas, su vida.

En vano enumerar las importantísimas y primordiales conquistas en las áreas de salud y educación. En vano también citar los grandes problemas históricos, como el de la inflación: más allá de personalismos, la experiencia venezolana se trató y se trata de una construcción colectiva, unas veces burocrática en exceso, otras absoluta y genuinamente renovadora. Para los más desposeídos, por supuesto. Los más poderosos (y sus medios), chillaron durante catorce años. Y puede que sigan chillando. Está por verse.