Por Juan Pérez Acosta
@Juanperezacosta
No se escuchan las sirenas de la ambulancia, pero la sala de urgencias está llena. En este hospital los pacientes no son de carne y hueso, algunos ni parecen humanos o tienen características antropomórficas y robóticas; la piel varía entre plástico o felpa. Son juguetes dotados de vida propia en un mundo ya desconocido para los adultos, pero no para los niños y los doctores del primer Hospital de Juguetes en Paraguay.
Ricardo Brugada es el director médico de este centro asistencial creado hace 20 años. Mientras atiende a un paciente, cuya misión es la de estimular a los bebés –con luces y sonidos sobre un carrito–, este doctor en Ingeniería Electrónica afirma que en la peculiaridad de su trabajo, si uno toma en serio lo que hace está cambiando el futuro de un niño al reparar un juguete. “Así de importante es este trabajo. Yo lo veo así", destaca.
Los primeros pacientes del Hospital de Juguetes fueron atendidos sobre una mesa de cocina en la casa familiar, recuerda Brugada. Luego se construyó la clínica para atender casos más complejos, terminando por instalarse en el local actual, ubicado en Lillo 2.826 c/Cnel. Cabrera del Bº Herrera.
A este lugar llegan a diario los pacientes indirectos: niños y niñas acongojados y con la esperanza de que el auto a control, la muñeca o figura de acción que tanto aman se curen del desperfecto que presenta. Hay un Día del Niño todos los días en el hospital.
La criaturas tienen un apego muy grande a sus juguetes, es lo que destaca Ricardo. “Hay cosas que no se justifica reparar, pero lo hacemos. Tengo una cantidad de anécdotas”, confesó.
Esta empresa, que devuelve la diversión a los más pequeños, fue idea de Yesica, la hija de Ricardo, quien al ver a su papá una mañana reparar todos sus juguetes, le dio el consejo de abrir un Hospital de Juguetes, entonces nació el primer centro asistencial de juguetes, que también devuelve sonrisa a adultos mayores.
“El apego al juguete se acentúa con los años, sobre todo en las personas mayores. Una señora de 80 años, que tiene un retroceso mental –propio de la edad– se aferra a lo que tiene y allí entra a tallar el valor de las cosas”, reflexiona.
En el Hospital de Juguetes, las extremas urgencias son prioridades, sobre todo en el caso de los chicos con discapacidad que tienen un peluche descompuesto y con el cual duermen. “Esto debe ser reparado antes de la noche. Hay que encontrarle una solución”, destaca el Doctor juguete.
Llamadas. Los papás acompañan a sus hijos al hospital. La reciente emisión de una serie llamada Doctora Juguete hizo que niños y niñas, que desconocían la existencia de ese mundo fantástico más allá del televisor, terminen sorprendidos al visitar el consultorio que existe en Paraguay. “Es increíble lo maravillados que están los chicos cuando sus padres los traen acá, no pueden creer que existe un Doctor de Juguetes, menciona Brugada .
Los chicos llegan, preguntan por el doctor y ellos explican a Ricardo qué “dolencias” tiene ese juguete preferido. “Yo me pongo a su nivel”, relata en tono serio el ingeniero devenido a médico. A veces se agacha para escucharlos, se sienta en el suelo, hace bromas, les da su número de teléfono para que llamen a preguntar cómo se encuentra el paciente y lo hacen a menudo.
“Se abren conmigo y me cuentan cosas interesantes, su visión del mundo, la visión que teníamos todos de niños. Me escriben cartas para agradecerme. Esto es maravilloso, muy gratificante”, destaca con sollozos el Doctor, que afirma que cualquier pedazo de plástico puede ser convertido en juguete para niños que nunca tuvieron uno en su vida.