“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” es la frase que se hizo muy conocida con las películas del Hombre Araña o Spiderman, quédese usted con la denominación que quiera.
Esas palabras fueron dichas a Peter Parker por el tío Ben y la tía May, poco antes de morir. Hago las aclaraciones por si no conoce el origen de dicha frase.
En realidad dicho consejo aparecía originalmente en la última viñeta del primer número donde el personaje. creado por Stan Lee y Steve Dicko fue publicado por primera vez.
Con dicha frase, los tíos, la tía y en el cómic dejaban una enseñanza para Peter Parker/Spiderman: Debería actuar con proporcionalidad, ya que sus poderes podían dañar fácilmente a sus oponentes. Y se sabe, un superhéroe puede destruir la ciudad peleando con sus enemigos, pero no puede tener mala intención con ellos. Por algo es héroe y no villano.
En su día normal, cuando no se encontraba arañeando detrás de los malhechores, Peter Parker se dedicaba a ser fotógrafo en el Daily Bugle, medio de corte amarillista. Ergo, Parker hacía su puchero de cada día en el negocio del periodismo.
¿Qué tiene que ver Spiderman o el Hombre Araña -elija usted, ya le dije-con el comentario?
La icónica frase no sirve solo para recordar a este popular personaje. Sirve también para realizar unas reflexiones a un día de conmemorarse el Día del Periodista Paraguayo.
Particularmente no estoy de acuerdo con el rótulo de Cuarto Poder para el periodismo. Lo considero como una exagerada etiqueta para una profesión que sobre todo debe tener como premisa informar con calidad.
Ello no quita, conviene aclararlo, el valor que ha tenido esta labor a lo largo de la historia. Sobre todo en hechos trascendentales en los tiempos más recientes. Ejemplos a nivel local e internacional existen a montones y en todas partes.
Ejercer esta profesión no solo exige evitar llevar al castellano a una sala de torturas medieval. Sobre todo en televisión y radio, donde cada vez es más común escuchar y ver una variada fauna de tormento comunicacional al idioma.
La gran responsabilidad que conlleva poder estar en un medio, sea este conocido o completamente ignoto va mucho más allá de llenar un espacio determinado en un tiempo determinado.
Significa entender bien y sobre todo dimensionar el impacto que puede causar una sola palabra mal comunicada ante el público.
El poder de una información dada a medias, como por ejemplo sobre el uso de un medicamento determinado, puede también tener un efecto que afecte a una gran cantidad de personas.
Pero las situaciones descriptas más arriba pueden tratarse de errores involuntarios que pueden ocurrir. Sobre todo cuando el fragor del día a día supera los cuidados respectivos.
El problema mayor en esta profesión, problema para la sociedad, radica en el momento en que se pone a disposición de la manipulación para un sector.
Hace casi treinta años veíamos como se abría la brecha en las dos verdades a través de los medios, con los que se subieron al encabritado pony del oviedismo desde radios y algunos diarios principalmente y quienes se oponían a él.
Todos los que vivimos ese tumultuoso periodo de la ajetreada transición sabemos cómo terminó dicha historia.
Actualmente, ocurre lo mismo con las verdades que pregona un holding desde sus canales de televisión, radios, diarios, trolls, páginas y personajes satélites.
Hace casi cinco años vimos justamente la consecuencia de esta nueva grieta. La seguimos viendo cada día y aún no sabemos cómo terminará todo esto.
Estos periodos son los más frágiles del periodismo. Una época en que la verdad se balancea incesablemente, endeble, cual copa de frágil cristal en medio de un maremoto.
También pone a prueba la integridad de mucha gente y periodistas. El tiempo de conocer a pleno quienes ejercen con responsabilidad la tarea de comunicar y dejan máscaras a la vista.
Estos tiempos de incesantes raudales de información exigen una preparación que va más allá de estar al día con los adelantos de la tecnología.
Exige mirar mucho más allá de la noticia del día a día, manejar sus contextos, dar opiniones responsables, entender el por qué y para qué de muchas informaciones.
Exige también volver a las raíces, la esencia del periodismo. De dejar de lado la omnipresencia de las redes sociales, de estar pendientes de los likes y los seguidores.
Exige recordar. A Santiago Leguizamón y a otros que ya no están. Sobre todo a no olvidar, para las nuevas generaciones, que esta profesión se debe sobre todo a la gente.