La venganza incluyó el lanzamiento de 340 proyectiles contra once instalaciones militares diferentes para despistar a las defensas antiaéreas y facilitar el paso de drones hacia el objetivo principal de la operación: la base de la inteligencia militar israelí en Gilot, cerca de Tel Aviv.
En concreto, los aviones no tripulados se dirigieron a la base del principal departamento de inteligencia militar israelí, Aman, y a la Unidad 8.200, donde lograron hacer impacto, según afirmó el líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, en un discurso televisado.
“Controlamos nuestra respuesta de forma que el objetivo no fuera civil ni infraestructura perteneciente al enemigo, y de forma que el objetivo fuera militar y tuviera una conexión con la operación de asesinato” contra Shukr, destacó Nasrala durante su intervención.
RESPUESTA INICIAL. La formación libanesa explicó que van a evaluar los efectos de su respuesta al asesinato de su máximo comandante militar, la baja de más rango en diez meses de choques, quien fue alcanzado por un bombardeo israelí contra los suburbios meridionales de Beirut el pasado 30 de julio.
“Si el resultado es satisfactorio y se ha logrado el objetivo previsto, consideramos la operación de respuesta como acabada”, afirmó el líder de Hizbulá, ayudando a apaciguar un poco más los miedos a que su venganza desatara una espiral de ataques cruzados y derivara en una guerra abierta.
La respuesta llegó tras 72 horas especialmente intensas de ataques por parte de Israel, que ya preveía que tuviera lugar a corto plazo tras casi un mes de demoras.
NIVEL CRÍTICO. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, advirtió este domingo que la situación en Oriente Medio ha alcanzado un nivel “crítico” de peligrosidad.
Ante esta situación el alto representante de la UE señaló que apoya “la petición del primer ministro libanés, Najib Mikati, de que se aplique de inmediato la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, además del tan necesario alto el fuego en Gaza, para evitar el riesgo de una guerra en toda regla”.
Esa resolución de la ONU exige un cese total de las hostilidades entre Israel y Hezbolá, la retirada de las fuerzas israelíes del Líbano para ser reemplazadas por fuerzas libanesas y de la misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL), y el desarme de grupos armados incluyendo Hezbolá.
En tanto, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó preocupación por el “importante aumento del intercambio de fuego en la Línea Azul” y urgió a Israel y a Hizbulá a una desescalada “inmediata”.
El presidente de EEUU, Joe Biden, reafirmó su apoyo a Israel y abogó por la “estabilidad regional”.
Biden, de viaje familiar en California, “sigue de cerca los acontecimientos en Israel y Líbano” y ordenó a altos funcionarios estar en comunicación “continua” con sus contrapartes israelíes, indicó el portavoz del Consejo Nacional de Seguridad, Sean Savett.
En medio de una intensificación de su campaña contra Hizbulá en el sur del Líbano, el Estado judío mató el viernes a siete combatientes del grupo con cinco bombardeos selectivos en un solo día. De hecho, pocas horas antes de la respuesta de este domingo, más de un centenar de cazas israelíes bombardearon varios puntos del sur del Líbano, en lo que el Ejército del Estado judío describió como ataques preventivos para frustrar una acción de Hizbulá que ya preveía “inminente”.