El seminario está organizado por el Consulado General del Brasil, el Gobierno del Paraná y el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad, con apoyo de varias instituciones público-privadas, para este 28 al 30 de noviembre.
El evento se desarrollará el primer día en el Centro de Recepción de Visitas de la Itaipú Binacional, Hernandarias, trasladándose para el segundo día al Parque Nacional Iguazú, Foz de Yguazú, y, al tercer día, en la Reserva Natural Tati Yupí de Hernandarias, conforme a lo informado por el Consulado brasileño.
Entre los expositores y mediadores se hallan especialistas del Brasil, Paraguay, Argentina, Bolivia y Estados Unidos. Nat Scrimshaw, presidente de la Red Mundial de Senderos (Núcleo para las Américas), y Omar Sakr, presidente de Lebanon Mountai Trail, son dos de los referentes mundiales que estarán como disertantes.
ANTECEDENTES. Peabiru es la denominación dada en lengua tupí al Tape Aviru, que es el guaraní, que no son otra cosa que antiguos caminos trazados por los guaraníes que conectaban la costa de los océanos con el interior del continente sudamericano.
Estos senderos existían desde antes del descubrimiento de América del Sur.
Los antecedentes dan cuenta de que la primera vez que se utilizó dicha denominación fue a principios del siglo XVIII, en la obra del jesuita Pedro Lozano. Otras fuentes lo fechan en los años 1500, así como la historia revela que el portugués Alejo García había recorrido el Tape Aviru en el año 1524 y Álvar Núñez Cabeza de Vaca lo hizo en 1537, cuando descubrió las cataratas del Yguazú, revelan los organizadores.
El camino principal unía los Andes, Cuzco del Perú, con el Atlántico y que tal vez se extendía hacia el Pacífico en la zona de la Bahía de Paranaguá, Brasil, abarcando unos tres mil kilómetros, cruzando por el Perú, Bolivia, Paraguay y el Brasil.
Los relatos históricos revelan que el camino unía las ciudades de Asunción, Ciudad del Este, Foz de Yguazú, Alto Piquiri, Ivaí y Tibagi, con la región de la Bahía de Paranaguá, y las costas de Santa Catarina y San Pablo, indica el material escrito.
Estos senderos se caracterizaban por tener unos 140 centímetros de ancho y un desnivel con relación al suelo de unos 40 centímetros, que estaban cubiertos de una hierba denominada planta rodadora y en algunos tramos empedrado.
Los nativos marcaron en algunos lugares con inscripciones rupestres, tótems y símbolos astronómicos. En el estado de Paraná un equipo, a cargo del profesor Igor Chmyz, identificó cerca de 30 km de restos de senderos en los años 70. También encontraron sitios arqueológicos con restos de viviendas de tránsito de los guaraníes.