“Uno siente miedo con esos vuelos rasantes. Pareciera que los helicópteros se van a posar encima de tu casa. Los vidrios tiemblan y no hay manera de seguir durmiendo“, cuenta Thais Custodio, de 30 años, habitante de Maré, un complejo de 16 favelas donde viven 140.000 personas, cerca del aeropuerto internacional de la capital turística de Brasil.
En las estrechas calles sobre las que cuelgan decenas de cables enredados, no es raro ver jóvenes armados con fusiles de asalto. Una calle, llamada Franja de Gaza, delimita los territorios controlados por dos bandas rivales de narcotraficantes.
Las precarias viviendas de Maré se hallan en terreno llano, lo cual facilita las operaciones con helicópteros, contrariamente a otras favelas, que se erigen en las laderas de las colinas de la ciudad.
LUCHA. En 2009, disparos de narcotraficantes derribaron en una de esas colinas del Norte de Río un helicóptero de la policía, matando a tres de sus tripulantes. Pero las operaciones aéreas en las favelas eran relativamente raras hasta este año. En 2018, hubo tres incursiones con helicópteros.
En el primer semestre de 2019, según la oenegé Redes da Maré, la policía usó helicópteros en ocho de sus 21 operaciones en Maré, con un saldo total de 15 muertos. En el mismo periodo, la misma organización registró doce enfrentamientos entre bandas rivales, que dejaron doce muertos.
Para Camila Barros, una investigadora de Redes da Maré que compila datos sobre cuestiones de seguridad, los disparos desde el aire pretenden ante todo llevar a una emboscada a los sospechosos.
Los helicópteros “vuelan bajo, en movimientos circulares, para acorralar a un sospechoso, mientras por tierra llegan blindados de la policía, para ejecutarlos“, explica. “En junio, después de un operativo, fuimos al lugar y contamos en el piso casi 100 marcas de balas” disparadas desde el aire.
LÍNEA DURA. Para Silvia Ramos, especialista del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía (Cesec), el uso cada vez mayor de helicópteros está vinculado a la llegada en enero pasado de un nuevo gobernador en estado de Río de Janeiro, Wilson Witzel.
Seguidor de la línea dura del presidente Jair Bolsonaro, un video lo mostró en mayo último a bordo de un helicóptero desde el que policías disparaban contra una favela. “Antes, el uso de helicópteros era una excepción, pero es cada vez más frecuente con este gobierno“, dijo Ramos.
“Hay una multiplicación de operaciones mortales que siembran el terror“, agrega, enfatizando el efecto sicológico de ataques aéreos sobre residentes.
Para el diputado derechista Capitao Augusto, líder del lobby parlamentario a favor de las armas, “estamos en una guerra civil”, por lo que justifica disparos desde tierra o aire a personas armadas.