Dado que es reciente la aprobación de las medidas y que aún no se ha iniciado su implementación, es alta la incertidumbre acerca de los resultados y de su impacto en Paraguay, teniendo en cuenta que los vasos comunicantes con nuestra economía son múltiples y sumamente diferentes.
En primer lugar, las variaciones del tipo de cambio hacen que permanentemente cambien los precios relativos y se abaraten o encarezcan los productos argentinos, generando contrabando en un caso, presionando a la inflación interna en el otro o perdiendo competitividad las exportaciones industriales.
En segundo lugar están el mercado laboral y las políticas sociales. La Argentina siempre ha sido la válvula de escape a la crisis económica y social en Paraguay. La migración de trabajadores y trabajadoras paraguayas hacia el vecino país reduce las presiones internas –desempleo– y aumenta los ingresos familiares –remesas–. Las zonas fronterizas históricamente se han beneficiado con las políticas de salud y educación del vecino país, que siempre fueron mejores que las nuestras.
El turismo es un tercer factor a considerar. En Paraguay están creciendo la oferta hotelera y la gastronómica, siendo la Argentina un país con una larga cultura turística, por lo que es innegable su impacto positivo.
En cuarto lugar, la relevancia del flujo de capitales no es menor, aunque en este caso es complejo considerar sus efectos positivos o negativos por la dificultad de transparentar montos y mecanismos.
Estos cuatro aspectos son solo los más evidentes, dadas las estadísticas disponibles en Paraguay. Seguramente hay muchos más que no están documentados y que deben ser considerados a la hora de hacer evaluaciones.
Es necesario ser cautelosos en los análisis a realizar en las próximas semanas. Las autoridades económicas deben dar seguimiento cercano a las medidas que vaya tomando la Argentina y valorar cada una de ellas con la mayor rigurosidad posible.
Algunas de nuestras autoridades y referentes económicos opinaron en el pasado acerca de las oportunidades que tiene Paraguay cuando a la Argentina le va mal. Esta mirada no se sustenta en ninguna evidencia empírica internacional ni mucho menos en la experiencia particular de las relaciones económicas bilaterales entre los dos países.
Es de miopes creer que cuando al vecino le va mal lloverán inversiones o a Paraguay se le abrirán los mercados que pierde el otro. Si a veces coyuntural o sectorialmente hay indicadores positivos, el resultado global termina siendo negativo en el mediano y largo plazo debido a que los vínculos son múltiples e interrelacionados, por lo que los análisis unidireccionales, sesgados o parciales no condicen con una realidad mucho más compleja.