30/03/07
Durante los 74 días de conflicto con el Reino Unido por la soberanía del archipiélago, el estado de ánimo de los habitantes de Argentina varió al ritmo de las noticias provenientes del Atlántico Sur, rigurosamente controladas por el régimen de facto.
El 30 de marzo de 1982 una masiva movilización hacia la Plaza de Mayo de Buenos Aires convocada por la mayor central obrera del país en rechazo a las medidas económicas de la dictadura que había llegado al poder en 1976 fue violentamente reprimida por la policía.
“Esa marcha, que el gobierno tachó de subversiva, se realizó porque el descontento con la política económica de ajuste era incontenible y las bases superaron a los dirigentes sindicales”, dijo a Efe el periodista Santiago Senén González.
Apenas tres días después de aquella protesta, tropas argentinas desembarcaron en las Malvinas y miles de personas se reunieron en la misma plaza para celebrar la recuperación de unas islas que eran objeto de disputa con los británicos desde el siglo XIX.
“Algunos de los sindicalistas que se habían visto obligados a ir a la manifestación del 30 de marzo después apoyaron la guerra y movilizaron gente para la dictadura”, manifestó Senén González, quien en esa época dirigía el servicio informativo de la porteña Radio Del Pueblo.
Durante el conflicto en Argentina había “medios de desinformación más que medios de comunicación”, ya que sólo podían dar a conocer los comunicados difundidos por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, recordó el periodista.
“Muchas cosas fueron preparadas desde el Servicio de Inteligencia de la Marina. Se creó una agencia periodística y hubo mucha propaganda ideológica”, indicó su colega Jorge Brinsek, quien cubrió la guerra para la agencia local Diarios y Noticias desde la sureña ciudad de Comodoro Rivadavia, cercana al archipiélago austral.
“Si quieren venir, que vengan. Les presentaremos batalla”, desafió a los británicos el por entonces presidente argentino, general Leopoldo Galtieri, al hablar el 10 de abril ante una multitud reunida nuevamente en la histórica Plaza de Mayo.
El 1 de mayo el Reino Unido comenzó a bombardear las Malvinas y en medio de los combates “la gente que en Buenos Aires iba al cine o al teatro sentía que había que apoyar, si bien la guerra era una cosa que pasaba en otra parte”, reseñó Senén González.
“Todo el clima triunfalista que se vivía en la capital nosotros lo vivíamos como una pesadilla en Comodoro Rivadavia, donde con el paso de los días comenzó a notarse la ausencia de los pilotos que iban cayendo en las islas”, aseguró a su vez Brinsek.
Mientras en las Malvinas las tropas argentinas cedían ante el poderío militar británico, el semanario bonaerense Gente publicaba un “número extraordinario” cuyo titular de portada era “Estamos ganando”.
El 10 de junio Galtieri se dirigió por última vez a grupos de manifestantes en la Plaza de Mayo, cuatro días más tarde se produjo la rendición de Argentina y quienes ese día se reunieron para rechazar la rendición de Argentina fueron duramente reprimidos por las fuerzas de seguridad.
Pocos días después, el general dejaría la Presidencia del país y en diciembre de 1983 el retorno de la democracia marcaría el fin de una dictadura en la que desaparecieron 18.000 personas, según cálculos oficiales, cifra que algunas organizaciones de derechos humanos elevan a 30.000.
Según la antropóloga Rosana Gruber, en buena parte de la posguerra predominó una “reacción anti-Malvinas”, mientras que el periodista Pablo Camogli aborda el proceso de “desmalvinización” en su libro “Batallas de Malvinas”, publicado recientemente.
“Los argentinos procedieron a identificar la guerra y, por ende, Malvinas, con el régimen, la dictadura y las Fuerzas Armadas golpistas y antipopulares del siglo XX”, evaluó Guber.
Por su parte, Camogli remarcó que “la sociedad ha desconocido hasta su propia participación en el conflicto. La acción de los civiles que prestaron sus servicios (...) pasó inadvertida en estas últimas décadas”.
“Es probable que desconocer esa presencia fuera una condición necesaria para sostener la tesis de la ‘aventura de los militares’”, añadió. EFE