La expresión folclórica donde se entremezcla el elogio, la chanza y el insulto lo imprecó el gobernador de Paraguarí y ex ministro de Agricultura de Cartes, Baruja, afirmando con eso que quien dirimirá el futuro electoral del Paraguay será su jefe, porque tiene todas las capacidades y habilidades para hacerlo. El guaino es el jinete y el compositor, en el caso ecuestre es quien entrena a la bestia. Según el paraguariense, nadie mejor que su patrón porque conoce profundamente la pobreza material y ética de sus seguidores y ha logrado amansarlos hasta hacerlos comer de sus manos. Para muchos, como Baruja, su jefe –así como otros patrones que emergieron como líderes políticos en América Latina de la mano de los negocios ilegales– es una especie de Perurimá.
La bestia conoce muy bien al guaino y está contenta con el trato y la manera dócil con que lo ha manejado a lo largo de estos diez años. Los ciclos de los emergentes políticos en el país se reducen siempre a una década y las crisis nacionales –como afirma el politólogo Hugo Duarte– surgen rompiendo ciclos cada 30 años. Estamos en uno de esos momentos y nadie que estuvo montado a las olas en ese momento sobrevivió a las mutaciones por más que haya sido guaino, compositor, poeta o político.
El relato de la historia ha sido lo más coherente en el país, por eso para explicar el futuro no vale tanto el presente, sino el pasado. Desde 1870 hasta hoy, la política criolla se ha comportado de una forma uniforme y clara. Una generación marca el fin de algo que se inició, consolidó y posteriormente acabó. Felipe González decía que gobernar España tuvo grandes expectativas y emociones positivas los primeros cinco años porque el siguiente quinquenio solo sirvió para guarecerse de la corrupción y los conflictos al interior de su gobierno que acabaron por tumbarlo. Sostener algo que se caía fue lo más traumático para uno de los políticos emblemáticos de España y con grandes admiradores locales.
La pandemia modificará el comportamiento del soberano. Cambiará, a pesar de su naturaleza conservadora llevada por los muertos y las cruces en el camino de la pandemia. No servirá de nada afirmar que el problema ha sido Abdo o Cartes por separado o juntos, sino que el Partido Colorado que los arropa en forma de escudería vetusta y funcional que terminará por señalarlos como el fracaso de esta agrupación política para manejar momentos de crisis sin robar ni abusar de la confianza de la gente. El Partido Colorado en el Gobierno y con el control de los tres poderes del Estado no podrá simular demencia afirmando que nada tiene que ver con los comportamientos circunstanciales de sus líderes de ocasión. Serán los hechos objetivos. Los muertos, los desahuciados, los empobrecidos que les dirán que este sainete se acabó y que sin un libreto o nuevos actores no habrá manera de convencerlos a votar por el mismo trapo. El relato de la polca, el poncho, el caballo y el naco no servirá más para embelesarlos en la recreación de algo que nunca fue.
La realidad de la pandemia será la gran electora primero en las municipales y luego en las nacionales del 2023, que ya arrancó tempranamente. El guaino y compositor admirado otrora será despreciado por las circunstancias que con su guiño complaciente ha permitido convertirlas en muerte y desolación.
“Todos somos lista 1” no servirá de nada y el Partido Colorado fuerte en otras épocas deberá ir coaligado con otros para sostenerse como el PRI mexicano que fue derrotado el pasado domingo en algunos estados donde era absoluta mayoría, como Sinaloa donde coaligado con el PAN, su histórica rival, y el PRD de Cuathemoc Cárdenas (hijo de Lázaro Cárdenas), fue derrotado por Morena (el partido de un ex PRI: López Obrador por más de 20 puntos porcentuales.
Ni aunque lo disfracen de Perurimá, lo monten a un caballo, masque tabaco y baile una polca no alcanzará para que el supuesto gran elector siga sosteniendo el poder que por ahora lo tiene controlado la parca y de manera muy contundente.
Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com