Hay pacientes que sobreviven y son verdaderos milagros. Como un señor que llegó con respiración agónica, pudo superar las dos semanas más duras, pero luego sufrió un paro cardiaco; las posibilidades de sobrevivir eran casi nulas por el cuadro de Covid-19 a cuestas, y sin embargo lo logró. Salió de alta inclusive con mucha energía.
Luego está la otra cara de la enfermedad devastadora, la más cotidiana en medio del colapso. “Existen pacientes con muerte súbita, que evolucionan favorablemente, pero al llegar a la orilla, después de cruzar el mar, son devorados por tiburones. Dar la noticia a familiares de estas personas es aún más difícil porque el último informe que recibieron era el de una mejoría”. Estos son algunos de los testimonios que da el médico coordinador de Terapia Intensiva del Hospital Unificado Respiratorio de Encarnación, Óscar Bottger. El profesional, más conocido en el Twitter como “Dr. Oki”, confiesa –con la voz entrecortada– que le cuesta conciliar el sueño desde hace un año, y peor que hace un año en estos momentos. “El cerebro sigue maquinando al llegar a casa para buscar soluciones. He pasado muchísimas noches en vela imaginándome este escenario que inclusive puede ser peor a la vuelta de la Semana Santa. Hacer ese ejercicio mental de que se podría intubar a un familiar directo o quizás peor, que ni siquiera se pueda porque no hay camas en Terapia Intensiva”. Cada vez más las salas de Cuidados Intensivos son ocupadas por pacientes jóvenes. En su mayoría de 30, 40 y 60 años como máximo, menciona el doctor. “Al principio de la pandemia no se veía tantos pacientes jóvenes en estado grave. No sé si tiene que ver con las nuevas variantes, pero es preocupante”. Pacientes cercanos Otro golpe para el personal de blanco de primera línea, comenta, es que cada vez deben tratar a personas muy cercanas, familiares directos, de colegas, o a los propios compañeros de trabajo. “En estos más de 10 años en Terapia Intensiva, pocas veces me habrá tocado sentirme tan nervioso a la hora de intubar un paciente cuando tocan tan de seguido rostros muy cercanos”. La pandemia también, expresa, se encargó de que el trabajo sea cada vez más humano. “Al comienzo, por los protocolos y el propio miedo al virus que era muy nuevo, los parientes no tenían la posibilidad de ver a su familiar enfermo desde que ingresaban hasta que salían. Hoy en día podemos hacerles pasar para que le vean a través de un cristal. Según la fe de cada uno, pueden ingresar con un rosario, vienen sacerdotes para la Santa Unción”. Los profesionales de salud son testigos de momentos históricos. Expresa que es imposible no sentir piel de gallina al ver y escuchar a las personas gritar a través de una rendija para dar fuerza a su familiar enfermo. “A quién no le tocó alguna vez estar en el pasillo del hospital y querer saber una noticia positiva del ser querido que está internado. Es imposible no sentir empatía. Ver también esa lucha de los que están afuera, rezando, esperando por su gente hace que cada día salgamos de aquí más comprometidos”.
nuevo virus del siglo
TESTIMONIOS. Héroes de blanco relatan sus experiencias en Cuidados Intensivos.
POBLACIÓN JOVEN. Aumentan en Terapia los pacientes en promedio de 30 y 40 años.
nuevo virus del siglo
A quién no le tocó alguna vez estar en el pasillo del hospital esperando una noticia positiva del ser querido. Hay que tener empatía con los demás.
Es imposible no sentir piel de gallina cuando las personas están tras la rendija para dar fuerza a su familiar enfermo que está evolucionando.
Dr. Óscar Bottger,
H. Unificado Encarnación.
MUERTE SÚBITA. Preocupa el deceso de personas luego de superar semanas más difíciles.
AUMENTO. Temen que el caótico escenario en el hospital sea aún peor y llaman a tomar conciencia.