Con la promesa de reactivar la economía, el presidente peronista, que tiene como vice a la ex mandataria Cristina Kirchner, quiere corregir los descalabros heredados de cuatro años de gobierno del liberal Mauricio Macri: Una pobreza que afecta al 40% de los 44,5 millones de argentinos, una inflación de más del 50% y una deuda con el FMI de 44.000 millones de dólares.
Una semana después de asumir el poder, el presidente de centroizquierda anunció medidas que van desde un congelamiento de tarifas de servicios públicos durante la primera mitad de año a un impuesto de un 30% a la compra de divisas extranjeras y retenciones (gravámenes a las exportaciones) al agro, uno de los únicos sectores que creció en Argentina.
Para él, la fórmula es simple: Los que tienen más harán un “sacrificio” en favor de los más desfavorecidos. Para muchos argentinos escépticos es una historia que se repite. La consultora Capital Economics habla de “déjà vu” y recomienda al Gobierno trazar un plan claro para pagar la deuda.
El analista político Enrique Zuleta, no obstante, cree que el desempeño de Fernández “es positivo”. “No se cumplió ninguna de las profecías casi apocalípticas hechas: Que un cambio de esta envergadura hacia las antípodas ideológicas con respecto al gobierno anterior traería una alta incertidumbre y volatilidad en los mercados“, explica. AFP
Negociación de deuda
Argentina inició ayer el proceso para contratar a un agente que se encargue de identificar acreedores de bonos de deuda pública externa del país con vistas a negociaciones que saquen a la nación suramericana de la crisis. La Secretaría de Finanzas de Argentina invitó a agentes a enviar una propuesta de servicios antes de este lunes. El Gobierno negociará con sus acreedores privados y con el Fondo Monetario Internacional. EFE