Es que los magistrados de todos los fueros tuvieron vacaciones, y fueron reemplazados por sus pares. Además, varios funcionarios usufructuaron también sus descansos legales, con lo que hubo cuadrillas de trabajo.
A esto se suma, que también hubo una regulada —como se dice para los colectivos—, en todos los procesos, penales especialmente. Por ejemplo, en época normal, hay unos 10 a 12 juicios orales por día. En enero, hubo un máximo de 4.
Además, también se verificaron problemas con el expediente electrónico, porque, normalmente, enero es usado para mantener el programa digital. Al no poder realizarse, los juzgados quedaron sin sistema y varias audiencias preliminares, se suspendieron en los juzgados de Garantías por este problema.
Con ello, la Corte debería hacer un estudio estadístico para ver lo conveniente que fue que no haya habido feria judicial. Las quejas de varios abogados fueron que, si bien programaron las audiencias, se suspendieron por vacaciones de los jueces y el recargo de trabajo del sustituto.
Entonces, por más de que hubo buena intención al suspender la feria, no pudieron evitar las vacaciones. Ojo, no estoy en contra de ellas, ni es una crítica. En realidad, me parece que es un derecho de todo trabajador.
La propia Carta Magna habla en su artículo 91 sobre las jornadas laborales que tienen un máximo de 48 horas semanales, diurnas, salvo las jornadas especiales. También habla de las tareas insalubres, penosas, nocturnas o en turnos rotativos. Finalmente, dice que los descansos y las vacaciones anuales serán remuneradas conforme con la ley.
Lo que hace la feria es dar vacaciones a la mayoría de los trabajadores judiciales, para que en todo el año no afecten las labores en las dependencias jurisdiccionales.
Eso no se cuestiona. Pero la intención de suspender la feria judicial fue que los tribunales se pusieran al día con los casos, por el paro de actividades por la pandemia.
Ahora bien, en varias entrevistas, el actual presidente de la Corte se mostró a favor de eliminar definitivamente la feria judicial. Incluso, dijo que no había problema, ya que los funcionarios y magistrados podían salir en cualquier momento de vacaciones.
Por supuesto que esto tuvo repercusión y apoyo en las redes sociales que tildaron la feria judicial como una institución anacrónica. Pero habría que analizar muy bien la cuestión y no a la ligera como se acostumbra hacer.
Es cierto, los funcionarios y magistrados pueden tener vacaciones en cualquier época del año. Pero lo que el actual titular de la Corte no tuvo en cuenta —porque miró solo el lado judicial— es que el descanso de enero permite dar vacaciones también a los abogados, quienes son profesionales independientes, que también tienen ese derecho al descanso.
Es más, la pausa laboral es recomendable para la salud, y está íntimamente vinculada a la seguridad e higiene del trabajo, al punto de que es tenida en cuenta constitucionalmente y por la que muchos trabajadores lucharon.
Es que si no hay una feria judicial, los abogados serían esclavos del trabajo, sin derecho al descanso. Deben estar atentos a sus computadoras para saber si hay alguna resolución notificada o alguna audiencia a la cual acudir. Sin la feria, los “auxiliares de justicia” no tendrían vacaciones.
Me dirán que la profesión está dura y es mejor trabajar en enero. Sí, pero para eso está la habilitación de feria para los expedientes. Además, los tribunales no paran. Los profesionales igual trabajan, pero más relajados, ya que no son esclavos de la web por lo menos ese mes.
Son cerca de 60.000 abogados matriculados, de los cuales, por lo menos la mitad ejerce la profesión. Me pregunto, ¿no tienen derecho al descanso?