Por Carlos Darío Torres / Foto: Fernando Franceschelli.
Las campanadas de la Catedral son el santo y seña convenido. Pedro Juan Caballero apura el paso y se dirige a la casa del gobernador español Bernardo de Velasco. Son las 22.00 del 14 de mayo de 1811. El patriota le intima rendición al peninsular, pero este se niega; recién a la tercera intimación, persuadido por los cañones que lo apuntan, accede a compartir el gobierno con los criollos. Ha nacido un nuevo país.
Algo cambió en el Paraguay en la mañana del 15 de mayo de 1811, cuando Velasco decidió que era inútil oponer resistencia y aceptó conformar un gobierno provisorio con el prócer José Gaspar Rodríguez de Francia y el comerciante español Juan Valeriano de Zeballos. Esa fecha es la que adoptamos como la de nuestra independencia nacional y eso no se discute.
Bueno, no es tan así. A pesar de que para la mayoría de los paraguayos la fecha de nuestra independencia no deja lugar a dudas, hay autores, predominantemente extranjeros, que opinan que el aniversario de nuestra libertad deberíamos festejarlo otro día, diferente al que hoy tomamos como oficial.
Para entrar en tema, hay que recordar que el golpe estaba previsto para el 25 de mayo, pero los planes habían dejado de ser secretos y los rumores de conspiración eran conocidos por los asuncenos; hasta Velasco sabía del complot. Por eso los conjurados decidieron adelantar lo planificado para el 14 de mayo.
Con la revolución victoriosa, el triunvirato conformado el 16 de mayo juró ese mismo día fidelidad al rey de España, Fernando VII, quien se encontraba en Francia, prisionero del emperador francés Napoleón.
El argentino Felipe Pigna afirma que, al igual que ese juramento, la permanencia de Velasco en el gobierno como figura simbólica fue una maniobra política, que disfrazaba el objetivo de la independencia total.
El historiador paraguayo Pedro Caballero y la directora de la Casa de la Independencia, Yanny Oliveira y Silva, coinciden en que, efectivamente, la permanencia del gobernador en el poder debería verse como un intento de que la transición a una República independiente sea progresiva y sin mayores traumas. No se debe soslayar que en el Paraguay había partidarios del monarca –españoles y criollos–, porteñistas y nacionalistas independentistas.
“Se usó el nombre de Fernando VII, pero solo como una máscara, porque el poder real se hallaba en manos de los criollos. La lealtad al rey era solo nominal, pero seguían apelando a la figura de Fernando VII para tener cierta legitimidad en cuanto a la formación de los gobiernos, porque se movían sobre terreno inestable”, explica Caballero.
Otras fechas
Ese primer gobierno solo duró un mes y Velasco fue apartado por los patriotas porque sospechaban que estaba en tratativas con portugueses y porteñistas. El 17 de junio de 1811, el primer Congreso Nacional eligió a los miembros de la Junta Superior Gubernativa, que sería el primer gobierno constituido netamente por paraguayos.
La Junta Superior Gubernativa estuvo presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente y comandante general de armas, e integrada por los vocales Rodríguez de Francia, Pedro Juan Caballero, Fernando de la Mora y el sacerdote Francisco Javier Bogarín.
El Paraguay se declaró oficialmente República en el congreso reunido desde el 30 de setiembre de 1813, que el 12 de octubre aprobó un reglamento de gobierno. Algunos autores consideran este documento como una declaración de la independencia, pues en ��l ya no se alude al monarca español.
El estadounidense Richard Alan White sostiene que esta es la fecha real de la independencia paraguaya y la que hay que conmemorar. El Consejo Asesor de la Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario, en 2011, salió al paso de esta afirmación y aportó documentos que sustentan que el Paraguay cumplió ese año dos siglos de existencia independiente.
Un nuevo congreso, reunido el 25 de noviembre de 1842, bajo la presidencia de Carlos Antonio López, sancionó el Acta de la Independencia del Paraguay, y el 25 de diciembre las autoridades y la población la juraron solemnemente.
El primer país que reconoció formalmente la independencia paraguaya fue la República de Bolivia, por una declaración fechada en Sucre, el 17 de junio de 1843. El Imperio del Brasil la reconoció por medio de un comunicado imperial, entregado en Asunción el 14 de setiembre de 1844.
Argentina, bajo el mando de Justo José de Urquiza, reconoció nuestra independencia en 1852 y lo anunció formalmente por medio de un “Tratado de límites, amistad, comercio y navegación entre Paraguay y la Confederación Argentina”, firmado en Asunción el 15 de julio de ese año. España no reconoció la independencia paraguaya hasta el 10 de setiembre de 1880.
Entre mitos y leyendas
La fecha de su concreción no es la única controversia ligada a nuestra independencia. Existen otras historias que dan una visión romántica de la gesta, pero con nula documentación que las certifique.
Una de ellas es la que involucra a Juana María de Lara, cuya decisiva participación en la conjura está fuera de dudas, aunque no la anécdota que le atribuye haber inspirado la creación de nuestra bandera con un ramo de flores rojas, blancas y azules, preparado para festejar la libertad del nuevo país.
“El primer pabellón de que se tiene noticia es el del 15 de agosto de 1812, cuando la Junta Superior Gubernativa declara que la bandera oficial del Estado es la tricolor, con la franja blanca más ancha. De las anteriores no se encontraron documentos, aunque hay referencias de que el 15 de mayo se enarboló una bandera azul como parte de los festejos”, explica Caballero.
La pintura que preside uno de los salones del Palacio de López, reproducida en los billetes de G 10.000, tampoco es fidedigna, ya que es una representación de la revolución argentina del 25 de mayo de 1810. La imagen más cercana a la descripción que hacen los historiadores es el cuadro pintado por Jaime Bestard, que se encuentra en la Casa de la Independencia.
Los rostros de los próceres fueron hechos por Pablo Alborno en base a los testimonios de los parientes de los patriotas. Los historiadores afirman que la imagen de Fulgencio Yegros es la de su hijo Rómulo y que el retrato de Francia reproduce la cara de su hermana, Petrona Regalada.
Pero, leyendas aparte, ¿cuál es la fecha real de la independencia paraguaya y qué beneficios trajo para el pueblo llano el nuevo estado de las cosas? “Se insiste con mucha razón en que el 14 de mayo se inicia un proceso. Desde ese día y hasta 1814 se produjeron en el país una serie de congresos y asambleas, en los que se fue declarando cómo se concretaban y entendían los propósitos de la Revolución de Mayo”, dice el sacerdote Bartomeu Meliá.
En su libro Vagos, pobres & soldados, Milda Rivarola afirma que el proceso de independencia (1811 a 1813) no alteró jurídicamente, ni en la práctica, el sistema de trabajo servil o esclavo, al que una parte de la población paraguaya estaba sometido desde la colonia –a diferencia de lo ocurrido en otras regiones de América hispana– , ni mejoró las condiciones de trabajo de los peones agrícolas y artesanos urbanos asalariados.
Para Oliveira y Silva, y para Caballero, el Paraguay es independiente desde el 15 de mayo de 1811, porque desde esa fecha los criollos se hicieron con el mando y empezaron a decidir su destino de manera soberana, sin intervención de la metrópoli ni de Buenos Aires ni de los portugueses. El proceso de la independencia llevaría años, pero empezó un día, el que ahora celebramos por 205.ª vez.
