Por un lado, el ingeniero Cáceres, quien fuera gerente técnico de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), declaró que “Paraguay queda con deberes urgentes que vienen detrás de todo esto”, como los 50 años de la firma del Tratado, la definición de la tarifa 2023 y, de ser posible también, el consenso sobre la tarifa 2024.
“El acuerdo operativo que permite a la ANDE tener prioridad sobre los excedentes e ingresar en el contrato de Eletrobras vence este año, es otro tema urgente (…). Después viene la revisión del Anexo C, que depende de la definición de los dos puntos citados antes. Por último está la propia renegociación del Tratado, principalmente del artículo 13 que imposibilita a Paraguay la venta de su energía en el mercado brasileño o en otros mercados”, precisó Cáceres.
Recalcó que es importante que Paraguay obtenga mayores beneficios de Itaipú, porque en diez años consumiremos toda la energía, y hasta ahora el mayor provecho fue para el gigante sudamericano.
A su turno, el ingeniero Ferreira, quien fue titular de la ANDE, señaló que el flujo de caja de la Itaipú, que era alrededor de USD 2.090 millones al año, “es lo que de alguna manera ahora está en disputa”. “Lo que Brasil quiere que vaya en un 70 a 80%, vía una menor tarifa de Itaipú, directamente para beneficio suyo. Lo que correspondería, en cualquier emprendimiento hecho por países que tienen 50% de propiedad, es que el beneficio vaya en 50% para cada país”, manifestó.
Declaró que el pago de la deuda es muy importante para el Paraguay, porque hoy el país es propietario en un 50% “de la mayor productora de energía hidroeléctrica del mundo, sin ningún tipo de carga financiera”.
“Desde el punto financiero-económico podemos decir que Itaipú valdrá USD 40.000 millones, y USD 20.000 millones son paraguayos, ya no se le debe a nadie, y eso debería reflejarse en el balance de Itaipú y de la ANDE. Es un beneficio económico patrimonial que se debería ver transparentemente en todas las contabilidades”, indicó.
85%
de la producción de la Itaipú Binacional es aprovechada por la industria brasileña, sobre todo la de São Paulo.